El incidente se pudo evitar, aunque es entendible la dificultad de hacerlo. Respecto a un posible fallo de los servicios de seguridad del Villarreal, es evidente que se coló al interior del recinto un bote de gas no permitido, pero es prácticamente imposible, tanto materialmente como por tiempo, registrar de manera exhaustiva a los más de 14.000 espectadores que acudieron el pasado sábado al campo del Madrigal ante el Celta.

En ese sentido, el club amarillo es uno de los que más invierte en seguridad, puesto que alrededor de 60 agentes de una compañía privada controlan el estadio, al margen de 70 empleados auxiliares situados en las puertas y tornos, como acomodadores, más protección civil, bomberos, personal sanitario y Policía Nacional.

PUERTAS CERRADAS // De hecho, en el momento que se produjo el incidente las puertas estaban vigiladas por unos agentes que confirmaron que no entró nadie al estadio en los últimos minutos del partido en el Madrigal. Además, en el estadio se cierran los tornos de los accesos para que sea más fluida la salida de los aficionados.

La zona donde se produjo el lanzamiento está ocupada por aficionados, como en el resto del estadio, considerados como totalmente pacíficos. El fondo sur del feudo amarillo siempre ha sido una grada modélica.

Las últimas 24 horas han sido frenéticas para la seguridad del club y la Policía Nacional. Así, las investigaciones se alargaron hasta la madrugada de ayer y bien pronto los agentes madrugaron para continuar indagando.

A buen seguro que el coordinador de seguridad de los partidos del Villarreal cuando juega en casa, Juan Guillén, de la Policía Nacional, tomó buena nota de lo ocurrido para que no vuelva a suceder. Las investigaciones continúan y el cerco se aprieta para cazar a un vándalo que no volverá a pisar el Madrigal. Más tarde o más temprano será detenido. H