El efecto Moya es una realidad. A base de oficio, intensidad física y una solidez defensiva al alcance de muy pocos equipos en la categoría -solo ha encajado dos goles en seis partidos-, y cada vez mayor dosis de pegada, el CD Castellón está logrando la regularidad que no consiguieron ni Jorge Peris ni Pepe Soler.

De forma convincente, el conjunto albinegro encadenó su cuarto partido consecutivo sin perder y su tercera victoria, ante el Ribarroja (0-2), en un Municipal de Riba-roja que olía más a casa que a un recinto visitante, pues cerca de 200 orelluts convirtieron el campo valenciano en un Mini Castalia, ya que habían más castellonenses que seguidores locales.

Debido a la baja por sanción de Guille Vázquez y a la lesión de Albert Yagüe, Moya se vio obligado a realizar modificaciones su once tipo. Marc Trilles regresó a la titularidad en el eje de la zaga; mientras que en ataque, ejerció de segundo punta Víctor Pino -aunque comenzó el choque de ‘9’ puro-, siendo Omar el extremo zurdo.

Pero además, como ya dejó entrever entre semana, el míster albinegro dio entrada en el mediocentro a Ximo Forner, en detrimento de Sergio Iglesias.

Las modificaciones dieron sus frutos, puesto que la conexión Trilles-Postin atrás estuvo perfecta, Forner se adueñó de la medular y fue incluso ovacionado por la afición cuando le sustituyeron al final, y tanto Omar como Víctor Pino llevaron en jaque a la zaga local, logrando este último su primer tanto como orellut.

DOMINADOR // A excepción de unos primeros diez minutos algo tibio, el Castellón fue el dueño y señor del partido. La primera parte fue albinegra, con un Hugo Salamanca muy participativo en ataque, dejando espacios y provocando jugadas de peligro.

Él mismo y Víctor Pino tuvieron varias acciones antes de que los albinegros se adelantaran en el casillero (min. 23) con un gol de 9, de Killer, marcado por el propio Salamanca a raíz de un certero servicio de Bárez tras que se sacara un córner en corto. El testarazo preciso dio una ventaja muy tranquilizadora con la que se llegó al descanso.

La segunda mitad fue más de lo mismo. Ximo Forner dio un recital en el centro del campo, bien secundado por Lois; Charly y Omar sacaron los colores a los laterales del Ribarroja, mientras que Víctor Pino y Hugo Salamanca se entendían bien arriba.

Pero el marcador era solo de 0-1 y había que amarrar el partido. Las ocasiones llegaban, pero la puntería no terminaba de estar afinada. Hasta que Charly se sacó una jugada marca de la casa por la derecha y, tras sortear a dos rivales, centró desde la banda, el balón superó a varios rivales y compañeros, pero en el segundo palo estaba Víctor Pino para marcar su primer gol con la elástica del primer equipo orellut y sentenciar el partido (min. 66).

Faltaba bastante partido, pero el Castellón supo nadar y guardar la ropa, aprendiendo de lo sucedido la pasada semana ante el Cullera. De forma convincente, el efecto Moya suma y sigue y, un mes después, el Castellón logra salir del descenso. H