El primer día de la campaña de abonos del Villarreal CF no registró las largas colas de la pasada campaña, cuando incluso muchos socios amarillos hicieron guardia desde la madrugada anterior a la apertura de las taquillas para ser los primeros en disfrutar del pase del regreso a la máxima categoría. Ayer todo destilaba mucha más normalidad, quizás también porque en el subconsciente de los incondicionales del Submarino también se ha instalado la sensación de que el club ha conseguido estabilizarse en su hábitat natural, entre el pelotón de cabeza de los equipos que conforman la Liga española.

La consolidación en Primera nada más regresar del infierno de Segunda y el regalo añadido de la clasificación para las competiciones europeas han tranquilizado a la masa social amarilla, que tendrá hasta el 8 de julio para renovar sus butacas en esta campaña bautizada como Més groguet que mai, en alusión al deseo del presidente de la entidad, Fernando Roig, de que la próxima temporada no haya asientos libres en los partidos que disputen los de Marcelino como locales.

Rozar los 21.000 abonados es el reto con el que arranca la nueva captación de abonados, que estará apoyado, un año más, con los precios más competitivos del país para ver fútbol de Primera. De entre los clubs que ya han arrancado sus campañas, las tarifas del Villarreal son, en general --con una horquilla entre los 100 y los 600 euros y con el 75% de los carnets que no sobrepasa los 250 euros para tres competiciones, Liga, Copa y Europa League-- las más asequibles para los aficionados. Los más madrugadores fueron ayer los que buscaban esos abonos que no superan los 200 euros --los de la grada joven y el fondo norte-- y que la entidad amarilla dispone a cuentagotas, ya que en su mayoría ya están ocupados por socios del pasado ejercicio. El Madrigal se lanza a por el objetivo del lleno. H