No es solo lo que dijo («Nos ha faltado hambre. La cuota de éxito estaba agotada») ni cuándo ni dónde lo dijo (en Maracaná, minutos después del maracanazo), sino quién lo dijo: Xabi Alonso. En esa autocrítica y solitaria denuncia del jugador del Madrid quedó retratada la descomposición de España, larvada, sobre todo, desde la batalla de los clásicos, con Mourinho como guía de ese desencuentro entre los futbolistas del Barça, la esencia de la selección, y los del Madrid. Se ha perdido la estrella de mala manera, con un sonrojante 7-1, sin ni siquiera competir en el Mundial, y se ha roto España.

Xabi Alonso, a quien Del Bosque sustituyó en el descanso ante Chile (falló una buena ocasión ante Bravo, perdió el balón del 0-1 y forzó la falta previa al 0-2), fue el único que eligió la vía de la autocrítica más dura. La más real, tal vez. Pero, al mismo tiempo, la más inoportuna, según consideran la mayoría de los jugadores. «Quizá esa es su opinión. Para mí, ese no es el problema», le replicó de manera inmediata Iniesta. Y hasta un recién llegado como Diego Costa discrepó: «Aquí todos queríamos ganar, yo no lo veo así».

ARBELOA SÍ LE APOYA

No solo les ha molestado sino que consideran los jugadores que aumenta aún más la tensión tras el desastre de Maracaná, justo ahora cuando queda el inútil partido de Australia el lunes en Curitiba, con Del Bosque dudando seriamente sobre su futuro y las vacas sagradas de España (Casillas y Xavi) enfilando de mala manera la puerta de salida de la selección. Solo y aislado ha estado Xabi Alonso en Brasil, casi como en la Eurocopa del 2012, aunque entonces tenía a Arbeloa. Ahora también lo tiene, aunque sea a través de Twitter.

«Mi respeto y admiración para todos aquellos que prefieren causar molestias diciendo la verdad antes que admiración contando mentiras», contó el defensa del Madrid, el único que le ha defendido. Ya se detectó ese distanciamento entre Xabi Alonso y el resto de los futbolistas a la vuelta a Curitiba. Todo bajo un ambiente frío, cada vez más gélido, donde se cruzan reproches en privado, propio de un funeral deportivo.

LA HUELLA DE MOURINHO

Ayer, Alonso quiso restar importancia a sus palabras y a este clima de tensión. «Yo hable de falta de hambre, no de compromiso. Mi relación con Iker y con los jugadores del Barcelona es normal. Lo que dije lo hemos hablado privadamente varios», aseguró en la cadena SER. «No me he sentido solo», añadió. La realidad es muy distinta. El desencuentro lleva tres años gestándose, a pesar de los reiterados intentos de Del Bosque por mitigarlo. Data de la batalla de los clásicos, cuando tanto Xabi Alonso como Arbeloa, convertidos entonces en los soldados pretorianos de Mourinho, se enzarzaron en batallas con los azulgranas. Y gestos antideportivos que aún hoy algunos no olvidan. Con Casillas y Ramos, dos jugadores que rompieron con Mou, se tendieron puentes de diálogo. Con Xabi Alonso, no. Con Arbeloa, que ya no está en Brasil, entre otras razones por ese motivo, tampoco. Y todo ha ido a peor hasta que el maracanazo descubrió lo que había dentro.

Aunque el problema no es solo con los jugadores del Barça. Ese problema de Alonso también es con compañeros suyos en el Bernabéu. Pese a todo, Del Bosque ha confiado en él antes que en Xavi, el faro de la selección. El centrocampista blanco fue titular en los dos partidos y sustituido en los dos: 62 minutos ante Holanda y 45 con Chile. El azulgrana no pisó ni Maracaná. Y España terminó en la calle, rota y descompuesta.