Pasó de todo menos fútbol en el estadio de Las Palmas, donde el Córdoba y la Unión Deportiva se dieron cita para dirimir qué equipo subía a Primera. Todo transcurrió con normalidad hasta el tramo final, donde reinaron locura y bochorno a partes iguales. El 1-0 de Apoño en el 49 significaba el regreso a Primera del cuadro local, superior a un rival que terminó la liga regular en séptima posición.

El esperpento llegó en los instantes finales, cuando la UD Las Palmas tenía el partido bajo control y el ascenso a tiro. En el tiempo añadido, cuando apenas faltaba un minuto y medio, el árbitro mandó parar el juego porque cada vez más aficionados saltaban a la pista de atletismo que circunda el césped a la espera de una invasión, haciendo caso omiso a las peticiones de jugadores como Valerón o Aythami. El partido estuvo detenido más de cinco minutos.

Poco a poco se enfrió el ambiente, los hinchas se calmaron y el árbitro pudo reemprender el choque. Y llegó la locura. Con nada que perder y un minuto y medio por jugar, el Córdoba, inferior a su rival durante todo el duelo, se lanzó a tumba abierta a por el tanto que le metía en Primera. Cuando los aficionados locales ya celebraban el ascenso, un balón colgado al segundo palo, un mal despeje del portero y el oportunismo de Uli Dávila hicieron posible el milagro córdobés en el último suspiro. Ya no se sacó de centro.

Señalados como principales culpables del desastre, los 500 hinchas que habían saltado al terreno de juego fueron increpados por la inmensa mayoría de la afición local al grito de “mierda de afición”. H