El acuerdo era claro: por cada ronda que la Roja superara en el Mundial, dos compañías de bebidas se habían comprometido con José Luis Sosa Días, fabricante de banderas con factoría en Colmenar Viejo (Madrid), a comprarle 6.000 enseñas rojigualdas decoradas con los logotipos de las marcas para repartirlas por bares, terrazas y celebraciones colectivas. Así había ocurrido en el anterior Mundial y en las dos últimas Eurocopas. “En cuanto acababa el partido de octavos o de cuartos, aunque fuera de madrugada, me reunía con los operarios en la fábrica para tener listas las banderas a la mañana siguiente”, recuerda el industrial. Esta vez no será igual.

Con ser anecdótico, aunque simbólico, el revés sufrido por el fabricante de banderas resume el pésimo negocio que ha supuesto, para multitud de empresas y sectores económicos de todo el país, el temprano regreso de la selección. Si un acontecimiento futbolístico internacional acostumbra a ser un importante acicate para estimular el consumo, los recientes éxitos deportivos habían añadido una expectación especial a Brasil 2014. Interés que se traducía en infinidad de convocatorias, acciones comerciales y productos creados para la ocasión.

a mitad de precio // Sin embargo, no habrá las reuniones de amigos en bares previstas para los partidos de España. Ni se venderá la mayoría de las indumentarias diseñadas para el Mundial: Adidas, fabricante de las prendas oficiales, tiene un estoc de 70.000 camisetas, muchas de las cuales se ofrecen ya a mitad de precio.

El desacierto de la Roja ha devaluado de golpe el atrezzo mundialístico. Los cinco millones de botellines y latas de cerveza decorados con el rostro de los jugadores que Cruzcampo lanzó al mercado, dejarán este verano un extraño sabor a derrota. Igual de fuera de lugar han quedado otras propuestas comerciales, como el Rasca de la Roja que creó la ONCE, las maquinillas de afeitar con el escudo de la selección de Gillette o el concurso promocional La porra del Mundial propuesta por Cepsa para rentabilizar la ola de fervor futbolero que vivía el país.

En el debe de este Mundial van a figurar tanto las inversiones hechas y perdidas como las ganancias que podrían haber sido y no fueron. “Para nosotros, que la selección juegue un martes equivale a tener dos sábados en la semana”, explica Emilio Gallego, de la Federación Española de Hostelería. En juego hay una diferencia de casi el 40% en la facturación entre unos días y los otros.

GASTO DE LOS HOGARES // ¿Tiene un precio esa euforia? Kelisto, portal de internet especializado en comparar precios de artículos de consumo, se ha atrevido a ponérselo: 986 millones. Eso es lo que estiman que habría crecido el gasto de los hogares españoles, si la selección hubiese ganado el título (21 euros por ciudadano).

Para hacer el cálculo han tomado como referencia el crecimiento que experimentó el consumo en España durante Suráfrica 2010 y los horarios de los partidos, que concilian mejor con el gasto que hace cuatro años. En Brasil 2014 hemos perdido todos. Los 23 internacionales dejaron de ingresar la prima de 720.000 euros prometida si alzaban la copa y Hacienda -o sea, todos- perdió el bocado que le habría dado a esas transferencias (un 52%, del que habría que restar el 25% que se quedaría la hacienda brasileña). La RFEF ha dicho adiós a los 30 millones del ganador (solo recibirá cinco por participar). Y, lo que es igual de grave: a partir de ahora no podrá pedir los dos millones que solía exigir por jugar un amistoso. H