Punto y aparte, nuevo partido y distinta libreta. ¿De verdad merece la pena cabrearse? La impotencia puede durar el tiempo que cada uno quiera.

Han pasado unas cuantas semanas desde que supimos que el Salzburgo sería el rival de la Europa League y parece que pocos se acuerdan de las ganas que le teníamos a esta competición, o la ilusión que teníamos depositada en ella, la misma que a la Copa.

Dice el refrán que la avaricia rompe el saco, y quizá por eso Marcelino optó por las rotaciones en Liga. No soy entrenadora y nunca tuve intención de serlo, me guío por lo que veo, vivo y sobre todo por las sensaciones. El fútbol, pero sobre todo la vida, enseñan a caer y levantarse, a dejar las heridas en el césped o en el camino y a seguir adelante. Para tomar las decisiones está un entrenador que, por cierto, se ha ganado la confianza con sus últimos números. Los 18 sin perder, los 28 marcando están en la libreta de los logros, el partido del Barça en Copa y la derrota del Rayo están en la libreta de las cosas a mejorar. Ahora toca hacer balance y empezar una nueva cuenta, sin mirar atrás. No hay tiempo, ni más razones para lamentaciones. H