El Villarreal volvió a ganar y a transmitir buenas vibraciones, pero el resultado se le quedó corto para sus merecimientos, la gran segunda parte que ofreció y el buen fútbol y la superioridad que mostró ante el Salzburgo, fundamentalmente en una segunda parte en la que contrajo méritos para viajar a Austria con una renta suficientemente amplia para no padecer. El 2-1 no refleja lo que aconteció en El Madrigal. El árbitro, que no dudó en señalar un penalti de Víctor Ruiz cogido entre alfileres, erró gravemente en una acción que podría haber decantado la eliminatoria en favor de los amarillos, cuando Uche encaraba solo ante el portero partiendo de una posición legal que, incomprensiblemente, no fue vista como tal por el colegiado. Una jugada que marcó el signo del partido y que dejó en el aire el billete a octavos.

RECUPERANDO VIRTUDES // El Submarino recobró las cualidades que le han hecho un equipo poderoso: solvencia defensiva, velocidad y una contra mortal. Marcelino mantuvo su criterio sin titubeos, dosificando esfuerzos. Luego, el rumbo de las competiciones marca la prioridad respecto a cuando se debe apostar por un once con más presencia de titulares o con una composición más acorde a un equipo de secundarios, aunque el concepto, cuando el Villarreal aún se halla con vida en los tres frentes -y con opciones reales de seguir adelante-, es menos determinante. Al asturiano no se le puede discutir que ha mantenido perenne su planteamiento durante toda la temporada y siempre acorde al devenir de la importancia de los compromisos. Anoche era día grande: un cruce a vida o muerte, en un torneo europeo, requiere tratamiento de rotulador rojo.

Marcelino alineó a su mejor once, salvo la ausencia obligada de Bruno. Pina ostenta la difícil papeleta de relevar a uno de los mejores futbolistas de la historia del Villarreal y continúa haciéndolo con profesionalidad y a dignidad encomiables. El artanense es único y hay que habituarse a jugar sin su sabiduría, calidad, templanza y liderazgo.

El concepto global de solvencia defensiva se mantuvo inalterable. Sí, tan cierto como que el Salzburgo, que llegaba tras el parón invernal, puso en algún apuro a los amarillos. Más de lo que le hubiera gustado al asturiano, pero menos de lo que podía esperarse de un club del poderío económico de los austriacos. Todo sin contar con que el Submarino posee uno de los mejores porteros de España y de la Europa League. Así, cuando el Villarreal mostró signos de humanidad, la gigantesca estela del palentino salió a relucir. Djuricin y André Ramalho alertaron a los amarillos.

El Villarreal conservó la compostura. Dominó el balón, pero no el partido. Le faltaba esa punta de velocidad y ese ritmo trepidante que suele imprimirle al juego y que acaba ahogando a sus rivales. Sin embargo, a diferencia de otros días, exhibió un instinto depredador que distingue a los grandes. Un disparo envenenado de Vietto fue detenido con problemas por Gulácsi y el posterior rechace aprovechado por Uche para adelantar a un Villarreal que no ofreció su mejor faz, pero que exhibió su gen competitivo (min. 31). Así llegó al descanso.

NUEVA DECORACIÓN // El Villarreal fue otro en la segunda parte. Era como si, definitivamente, hubiera conectado toda la potencia de su banda ancha y entrara con una fuerza descomunal su fútbol 4G. Incluso el indudable revés del empate (min. 48), por una acción que no parecía conllevar peligro alguno y que derivó en un derribo pueril de Víctor Ruiz, fue superado son solvencia. Jonathan Soriano lo materializó. El 1-1 era un mero paréntesis. Desde ese momento, el Villarreal desarboló a los austriacos con la velocidad del dúo Vietto-Cheryshev como principal argumento. La contra ejecutada por el argentino fue culminada con un zurdazo espectacular del ruso, un futbolista excepcional. El Submarino recuperaba el mando en el marcador, porque, en el césped, su superioridad ya era indiscutible.

EL 3-1 NO LLEGA // El Villarreal 4G se cenaba al Salzburgo. La velocidad de Vietto causó estragos otra vez, pero Uche no tuvo el toque de la primera parte y falló un gol más claro que el de la acción del 1-0. Poco después, el asistente dejó en evidencia al árbitro al señalar como fuera de juego una jugada en la que Uche, que partía claramente por detrás de su marcador, encaró al meta visitante en un mano a mano que prometía gol... pero el colegiado desbarató lo que podía haber sido el 3-1.

El Submarino lo siguió intentando con ambición y verticalidad. Pero el gol se resistió y el Salzburgo salió con vida. H