Noche de pánico en Leverkusen para un Atlético de Madrid desconocido, que pudo dar gracias por haber salido con vida del Bay Arena ante el Bayer Leverkusen, que mereció mucho más que el 1-0 con que cerró el partido de ida de los octavos de final.

El equipo de Simeone fue frágil y previsible y, lo que es peor, no tuvo el carácter que se le supone para frenar a un rival que acertó pillándole con el paso cambiado hasta colocarle al borde del desastre, es decir, de la eliminación.

Estaba avisado el Atlético, pero no pudo evitar verse metido en verdaderos problemas en la media docena de sacudidas ofensivas con que le saludó el Leverkusen en un partido en el que el equipo rojiblanco no dio con la tecla para dar la réplica adecuada a un rival dispuesto a ponerse por delante por lo civil o por lo criminal. Porque además de salidas en tropel con media docena de jugadores hacia el área del cancerbero Moyá cada vez que olió posibilidad de sorprender, el equipo alemán amedrentó al conjunto español a palos sin que el árbitro hiciera nada por evitarlo.

CON MUCHAS PRECAUCIONES // Pese a sus precauciones, el campeón español se vio agobiado, el empeño de Arda no le bastó para equilibrar la situación y no despegó porque su centro del campo se topó contra una malla muy difícil de superar, sin dejar de exponerse además a un puñado de contras muy comprometidas casi en cada jugada a balón parado sobre la portería local. La gran ocasión alemana antes del descanso, llegó, sin embargo, en un trallazo del central Spahic que estrelló el balón contra la escuadra.

La escasa réplica rojiblanca aún tardó en llegar. Primero fue el francés Griezmann, a quien Leno quitó de la cabeza el balón que podía haber supuesto la igualada y, ya en la prolongación de la primera mitad, Tiago, en segunda jugada tras un córner, empalmó de media chilena pero se encontró con una estirada enorme del portero germano.

Después de otro par de avisos, el internacional turco Hakan Çalhanoglu acertó a marcar con un gran derechazo a pase de tacón del alemán Bellarabi, en una llegada desestabilizadora (minuto 56) y Moyá evitó un descalabro mayor antes de que Tiago fuera expulsado por doble amarilla y perdonara Papadopoulos. Sin duda, el Atlético de Madrid salió vivo del Bay Arena. H