El Villarreal duerme en Champions. Un mérito puntual, sí. Pero que vale para sacudirse las dudas la jornada europea. El Villarreal se impuso plantándole cara a un rival directo que, se presume, puede compartir objetivos con el Submarino. Y, a pesar del marcador, no fue un partido fácil. Ayer sí que sacó el espíritu de sacrificio y de trabajo para no perder el pulso al juego interruptus que propusieron los leones y que concedió el árbitro. Sin olvidar que se rehizo después de cambiar a los delanteros que se reservaron en Viena. Un bastón más en las ruedas. Baptistao se unió a la lucha para reivindicarse y huir del supuesto orden prefijado.

Pero el trabajo y la intensidad dieron sus frutos Para un servidor, el esfuerzo de Jaume Costa, Pina o Víctor Ruiz fueron claves para hacer frente a la intensidad de los vascos. Eso y golpear cuando más duele. Bruno celebró el gol con rabia. El capitán necesitaba ese empujón y la continuidad truncada por la lesión y el freno de la sanción. Él puede y debe ser la argamasa unir a la nueva hornada de jugadores.

En el juego de los humildes, cabe destacar a Mario. Gol no, golazo. Clave para disfrutar y frenar el despertar del rival con sus gudaris (guerreros en vasco), Aduriz y Raúl García, ya en el campo. La calidad y el trabajo, una de las señas de identidad, permitieron sumar una victoria importante para creer y avanzar. Y, además, con una excelente entrada el Madrigal como testigo. H