El mundo vive de rodillas ante Valentino Rossi. Lo adora. Lo idolatra. El Mundial quiere, se desvive, porque el Doctor sume su décimo título a los 36 años. Porque sería algo muy grande y porque contribuiría, aún más, a que el icono de las dos ruedas convierta su gesta en la madre de todas las batallas. Porque derrotaría a tres generaciones a la vez: la de Dani Pedrosa (30 años), la de Jorge Lorenzo (28) y la de Marc Márquez (22). Pero me temo que sin hablarlo, ¿o lo han hablado?, los tres españoles, que tienen poquísimas cosas en común, están de dulce en el momento en que Rossi afronta la recta final de su gran reto.

Se lo temía, pero ayer recibió la confirmación en Aragón: o se pone las pilas y gana carreras como el campeonísimo que es o estos chicos le van a dedicar los minutos de la basura, relegándolo a los puestos bajos del podio.

De ahí que ayer, Rossi se jugase el tipo por doblegar al mejor Pedrosa en años. Y no lo logró. Lo probó, no una, sino cinco veces. Y perdió. Y eso que Márquez se cayó en la segunda vuelta cuando sus datos eran los mejores de la parrilla. Ganaba, fijo. Sí o sí.

Lorenzo, inmaculado, perfecto, mantequilla y martillo durante 23 vueltas, 322 curvas y 116 kilómetros, ganó como solo él (y, a veces, Pedrosa) suele hacer: se apagan las luces y nace el sol.

Es más, el mallorquín reconoció que, al levantarse y ver el cielo nublado, no cesó de cantar Her comes the sun de The Beatles: “Y salió el sol”. No él, que también, sino el sol que calentó la pista y permitió que Lorenzo volase. Luces fuera y adiós muy buenas.

Le siguió Márquez, que erró, de nuevo, sumando su quinto cero en un año. Lo casi nunca visto. “Y podía ganar, ¡vaya que sí!”. De ahí que pidiese perdón a todo su equipo. De ahí que le gritase “¡Traidora!” a su moto. “De ahí que me insultase a mí mismo, mientras trataba de levantarla inútilmente la moto de la arena”.

Lorenzo se quedó sin rival. Ya no tuvo preocupación alguna. “¿A no? ¿te crees que es fácil correr solo, no perder la concentración, machacar los cronos sabiendo que te persiguen?”. No digo que sea fácil. Digo que es lo que hace Lorenzo la mitad de las veces: de los 38 triunfos que lleva en MotoGP, 19, eso, la mitad, los ha logrado corriendo solo.

Por eso, en su vuelta de honor, se detuvo en la pista y firmó un cartel con la leyenda Yes, we can. Y, luego, en el corralito, se acercó a Pedrosa y le dijo al oído: “¡Eres grande! Gracias por la ayuda”. H