El Villarreal tiene por delante 10 días para encontrar soluciones al bache de imagen y de juego que ha provocado las dos primeras derrotas en la Liga y caer al fondo de la clasificación a las primeras de cambio. Con el hándicap de la ausencia de los internacionales (los sub-21 Pablo Fornals y Rodrigo y los absolutos Bakambu, Enes Ünal y Alfred N’Diaye) y el cúmulo de lesionados (una decena al término de la segunda jornada de Liga), pero con el punto a favor del tiempo extra para estudiar y analizar con detalle los errores, Fran Escribá y sus ayudantes están obligados a encontrar la fórmula para dar un giro de 180 grados a la complicada situación tanto del equipo como del técnico, con su figura al frente del banquillo del Submarino fuertemente cuestionada por un sector del entorno groguet.

Desde su llegada al conjunto amarillo, a mitad de agosto del pasado año, el preparador valenciano siempre ha dejado una puerta abierta a un cambio de estilo, a una alternativa al 4-4-2 que ha mantenido casi invariable el Submarino con el paso de diferentes entrenadores. Manuel Pellegrini hizo de ese dibujo un clásico al que siempre se amoldaron sus sucesores. Lo adoptó Ernesto Valverde, también Garrido y, por supuesto, Marcelino, que se basó en el esquema de cuatro defensas, cuatro centrocampistas y dos puntas tanto para devolver a los amarillos a la Primera División como para consolidar al Villarreal en la máxima categoría y en competición europea.

Escribá también ha adoptado el 4-4-2 como biblia de su etapa de poco más de un año en el Submarino, pero el actual entrenador ha ido profundizando con mayor o menor intensidad en ciertas variantes que ahora, en los momentos más complicados, le pueden servir de ayuda para encontrar el revulsivo que necesita el equipo groguet, siempre manteniendo un muro de cuatro zagueros como aspecto innegociable.

LA ÚLTIMA LIGA

La pasada campaña, Fran Escribá fue introduciendo en momentos determinados un 4-2-3-1 en el que intentaba aprovechar el buen disparo de Manu Trigueros en posiciones más cercanas al área contraria, apoyándose también en el crecimiento de Rodrigo para ocupar el hueco del talaverano en un doble pivote siempre liderado por Bruno, actualmente en proceso de recuperación. Ahora mismo, con el capitán en el dique seco, Pablo Fornals sería el hombre más cercano a desempeñar ese rol de mediapunta, apoyado en unas bandas en las que se pueden mover Castillejo y Roberto Soriano a la espera de que el preparador pueda utilizar la profundidad de Cheryshev.

El 4-2-3-1 podría ser un camino válido a la hora de buscar otra idea de juego que rompa con las dificultades que está encontrando el Villarreal —siempre magnificadas por las muchas e importantes bajas que están marcando este inicio de temporada—, como también podría serlo la última experimentación del entrenador, que este verano ha ensayado en algunos amistosos —lo hizo de manera evidente en el choque ante el Inter— un 4-3-3 con el que de momento, en competición oficial, no se ha atrevido Escribá. El dinamismo de Fornals y Trigueros también se adaptaría perfectamente a esa disposición.

EL PEAJE

Las vías del 4-2-3-1 o el 4-3-3 romperían un tanto la sociedad ofensiva que se perfila como ideal en esta campaña recién iniciada, la formada por el último refuerzo, Carlos Bacca, y el referente goleador de las dos últimas campañas, Bakambu, que toman la delantera a un Ünal que todavía está en proceso de adaptación a un fútbol tan exigente como el español, ya que a sus 20 años el internacional turco ha demostrado su eficacia en ligas menores, como la belga y la holandesa.