Quien pensara que el Villarreal iba a ganar en el Coliseum de Getafe por mera comparecencia pudo comprobar que estaba muy equivocado. El conjunto de Bordalás, como se comprobó con el Levante en la primera jornada, es un equipo que sabe a lo que juega y disimula sus carencias futbolísticas con orden, sacrificio y trabajo. Por si fuera poco, arranca la temporada en clara inercia positiva tras su ascenso y contaba las cinco primeras jornadas con dos pírricas derrotas ante dos equipos de arriba, Sevilla y Barça, dos meritorios empates en San Mamés y Balaídos, y una victoria en su vecina Leganés.

Ahora bien, reconociendo los méritos del Getafe, el Villarreal estaba obligado a ofrecer una versión bien distinta de la mostrada en el Coliseum. Caer goleado por un estrepitoso 4-0 no entraba en los planes ni de los más agoreros del Estadio de la Cerámica. Después de una seria primera mitad, con alternancia de ocasiones en ambas áreas, el equipo se diluyó incomprensiblemente en un terrorífico cuarto de hora que debe hacer recapacitar a cuerpo técnico y jugadores. Para conseguir los objetivos marcados, lo acontecido desde el minuto 54 hasta el 67 en tierras madrileñas no se puede repetir. Para postre, en los últimos 20 minutos, el Submarino se dedicó a dormitar hasta que llegó el cuarto gol de un Ángel que salió a hombros del estadio.

La pesadilla del Villarreal comenzó ayer con un córner mal defendido, prosiguió con un error infantil de Rúben Semedo con el balón en los pies y concluyó con una pasmosa falta de concentración que sirvió para que los de Bordalás sentenciaran el choque con un tercer gol que convertía en misión imposible la posibilidad de puntuar en el Coliseum. Con el 3-0, lejos de intentar maquillar el resultado, los amarillos bajaron los brazos esperando que llegara un cuarto gol que finalmente caería en una nueva jugada a balón parado.

Adelantaba en la previa varias rotaciones Fran Escribá ante la inminente visita a Israel en la segunda jornada de la fase de grupos de la Europa League frente al Maccabi Tel-Aviv, y no faltó a su palabra. Con respecto al último encuentro frente al Espanyol, un cambio forzoso como fue la inclusión de Rukavina en el lateral izquierdo por el lesionado Jaume Costa, y tres por decisión técnica, con la entrada de Semedo, Fornals y Enes Ünal por Víctor Ruiz, Cheryshev y Bacca, respectivamente, que esperaban su oportunidad desde el banquillo.

El Villarreal intentó volcar desde el comienzo el campo por su costado derecho, donde Mario y Castillejo —su jugador más en forma hasta ahora en la presente temporada—, pusieron en notables aprietos a Antunes. La primera gran ocasión fue precisamente para Mario; su control orientado sirvió para superar a Guaita, pero el ayer capitán no pudo llegar a tocar el balón para introducirlo en la portería azulona.

Tras los primeros compases de dominio amarillo, el Getafe fue asentándose en el campo gracias a su intensa presión y metió el miedo en el cuerpo al Submarino a través del balón parado. Así llegó su primer disparo de peligro, al rematar Cala un córner rozando el larguero. Era el primer aviso de lo que llegaría tras el descanso. Falta de concentración pasmosa defensiva que se acabaría pagando muy cara.

A punto estuvo Bakambu de marcar el primero al cuarto de hora. Trigueros filtró un gran pase interior y el pichichi amarillo, que disponía de un remate franco dentro del área, disparó desviado por poco. La respuesta en el área del Villarreal llegó con un potente chut desde la frontal de Arambarri, que probó los reflejos de un inspirado Mariano Barbosa. No lo tenía fácil el meta argentino, que pese a los cuatro goles de ayer está haciendo olvidar a los lesionados Asenjo y Andrés. Palabras mayores.

COMIENZA LA PESADILLA / Siguió la alternancia de ocasiones en el primer acto, con un gol bien anulado al Getafe por fuera de juego y otro claro remate de Bakambu, esta vez de cabeza tras un centro medido de Fornals. Su testarazo se marchó desviado por milímetros. Los 45 minutos llegarían a su fin con el cuadro azulón, que fue de menos a más, poniendo de nuevo a prueba los reflejos de Barbosa. Pese a la mejoría local, nada hacía presagiar la hecatombe final en el Coliseum.

Tras el paso por los vestuarios no pudo arrancar peor el partido para los intereses del Villarreal. El Getafe ya había puesto en apuros al equipo amarillo a balón parado en la primera mitad, y en un córner quedaron patentes de nuevo las carencias de los de Escribá en este apartado, pues hasta dos jugadores locales remataron un saque de esquina. Cala prolongó en primera instancia y Ángel convirtió el primer tanto del encuentro en un remate de cabeza ante el que nada pudo hacer Barbosa.

Escribá movió ficha desde el banquillo sentando a Castillejo y a Bakambu, que fueron sustituidos por Roberto Soriano y Bacca. Imposible averiguar cuál era la intención de estos cambios, pues pronto el Getafe sentenciaría la contienda. Rúben Semedo, como sucediera en su primera titularidad en Anoeta, cometió un error de bulto que no desperdició Jorge Molina, convirtiendo el segundo tanto del Getafe.

EL VILLARREAL DESAPARECE / El equipo amarillo se diluyó entonces como un azucarillo, ante la fiesta de un Coliseum que todavía celebraría dos goles más en una tarde aciaga del Villarreal. El tercero lo materializará Markel Bergara ante la inoperancia visitante y el cuarto llegaría ya en el tiempo de prolongación por mediación de Ángel, en un nuevo despiste defensivo a una jugada a balón parado. Mucho por mejorar en un equipo que tiene mimbres suficientes como para pelear por puestos europeos, pero que no puede repetir actuaciones como la de ayer en el Coliseum.