Llegó el Girona y silenció el Camp Nou gracias a la contundencia de Stuani, un delantero que tiene un cañón. Dos remates a puerta, dos goles. Llegó el equipo de Eusebio, ordenado atrás y fiable arriba, para frenar al Barça en su excelente inicio de Liga. Todo se estropeó porque el campeón anda errático atrás, pagando sus desequilibrios, y arriba, con un gran Messi, no basta porque la opacidad de Suárez tampoco ayuda demasiado. Además, la expulsión de Lenglet, que pertenece a la decisión tecnológica del VAR, ejerció un impacto brutal.

Fue un encuentro extraño. Extraño y raro. El Girona de Eusebio había dado un paso atrás parapetándose en la casa de Bono. Pero ni así logró sufrir, especialmente en los primeros 20 minutos donde Messi trazó ese eslalon de toda la vida, incapaz de ser detectado por los rivales. Topó entonces con una fenomenal intervención del meta del Girona, preludio de lo que sucedería poco más tarde cuando Piqué detectó la carrera por la derecha de Semedo y Arturo Vidal aprovechó su cuerpo y fuerza física para construirse un espacio donde poder asistir a Leo. Con exquisita precisión, el 10, que exhibía nuevo look (adiós a la barba tupida), adelantó al Barça. Esa era la primera fase de una primera parte que reunió pequeños partidos. Del uno al 20 se vio a un gran Barça. Luego, todo cambió con la expulsión de Lenglet.

LA ROJA // Parecía una jugada intrascendente porque ni el central francés ni Pere Pons, que fue el jugador agredido, se enzarzaron en ninguna pelea. Pero entonces Gil Manzano paró el juego, se acercó a la televisión (apenas cinco segundos) y volvió con la cartulina roja en la mano. Una decisión que cambió el tono del encuentro porque el Girona, que empezó arrinconado por el buen juego azulgrana, se sintió con autoridad para asomarse al área de Ter Stegen. Había avisado con un un delicado pase de Àlex Granell que dejó solo a Portu ante el alemán, al que dribló con astucia, pero su disparo fue repelido en la misma línea de gol por Piqué.

Ya con un jugador menos, el Barça no supo defender un balón aéreo a Stuani. Ni Busquets, un central de emergencia (calentó Umtiti, pero no salió tras la roja a Lenglet), ni Piqué supieron desarmar al uruguayo. Al filo del descanso, el Girona halló el tesoro que buscaba. Que se amplió en la segunda parte con otro zambombazo de Stuani tras paradón de Ter Stegen. Valverde movió el banquillo, pero solo le sirvió para salvar un empate, y gracias.