La mejor jugadora senegalesa sobre la pista del Pabellón Santiago Martín de San Cristóbal de La Laguna (Islas Canarias) jugaba con la camiseta de España. Astou Ndour, nacida en Dakar y criada en Las Palmas desde los 14 años, fue una pesadilla para el rival en los dos lados de la pista, llevando el peso anotador en ataque y encabezando la lucha física en defensa.

España consiguió ganar a Senegal (63-48) en octavos de final del Mundial en un partido físico, intenso y duro, muy igualado hasta el último cuarto. Con trabajo y oficio, más que con virtuosidad, el equipo de Mondelo sobrevivieó al acierto senegalés en el tiro en la primera parte y ya está en cuartos de final, este viernes ante Canadá.

El empate al descanso no reflejaba el sufrimiento el desgaste que le provocó Senegal a España. El equipo de Mondelo comenzó bien el partido, enrabietado tras la derrota ante Bélgica que abocó al equipo a jugar la ronda de octavos de final.

Senegal planteó su partido, con un juego físico y poco fluido, acompañado de un acierto insospechado en el tiro de larga distancia, sobre todo después de comprobar que su gran estrella, Traore, saltó a la pista para poco más que intimidar, con problemas de rodilla.

El partido era una prueba para el juego interior español, que mantuvo al equipo dentro del partido en la primera parte ante la aparición de jugadoras como Mame Diouf. Mondelo pedía defensa intensa y prematura, para forzar el error senegalés y reflejar en el marcador la superioridad técnica que se le presuponía al equipo, pero la falta de acierto de España en el tiro de tres en la primera parte castigó a un equipo al que le sobró intensidad para igualar las deficiencias físicas.

Las africanas se mantuvieron con ventaja en el marcado en muchas fases del segundo cuarto, pero la reacción española antes del descanso, liderada por Laura Nichols, permitió que el choque llegara igualado al descanso.

La precipitación que se apoderó de Senegal en el final de primera parte se hizo patente en el tercer cuarto, cada ataque africano terminaba en una mala decisión mientras que España, casi contagiada del ritmo del equipo rival, no terminaba de encadenar una buena serie de tiro que le despegara en el marcador.

Los nervios se palpaban en el ambiente, las jugadoras con más clase estaban diluidas entre idas y venidas de los dos equipos, rebosantes de velocidad y carentes de pausa. España llegó al último cuarto con seis puntos de ventaja y la sensación de que el partido se encaraba, pero las caras de tensión en el banquillo presagiaban un final complicado, como todo el partido.

En ese mar picado emergió Cristina Ouviña, revolucionaria romántica que encontró gracias a su descaro las debilidades del rival. Secundada por Anna Cruz y Marta Xargay (muy exigida en defensa todo el partido), reflotaron el ataque español, sustentado hasta ese momento en Astour, y dieron la puntilla a una Senegal que no encontraba el camino al aro.

Con una puntuación baja, España terminó mandando en el partido más por demérito senegalés que por acierto propio. El último cuarto fue un festival de errores, tiros forzados, balones perdidos y precipitación, sobre todo por parte de Senegal. El equipo español, con poco, consiguió terminar tranquilo los octavos de final. Ya espera Canadá en cuartos, este viernes.

El final del partido fue relajado, la diferencia se amplió en los últimos minutos hasta diferencias insalvables y las sonrisas volvieron al banquillo español, salvo al seleccionador, Lucas Mondelo, que pidió concentración hasta el final.