La Liga no da tregua. El Villareal ha disfrutado en las últimas 48 horas de su momento cumbre en este inicio de temporada, el 0-3 en San Mamés aumentado por la sensación de que Javier Calleja por fin ha dado con la tecla y ha encontrado un modelo a seguir para continuar con el crecimiento del equipo, hasta el punto de que los tres próximos puntos podrían instalarle ya en competiciones europeas. ¿Quién lo iba a decir tras el conato de crisis de las primeras jornadas?

Sin embargo, la euforia del asalto a La Catedral, el golazo de Fornals que dio la vuelta al mundo o la confirmación del descubrimiento de un mediocentro de plenas garantías con la exhibición de Funes Mori en Bilbao ya se han convertido, a estas alturas, en meros buenos recuerdos. «Hay que olvidar ya el partido del Athletic», recalca Calleja. Porque mañana llega otro examen, el de la asignatura pendiente de un Submarino que deberá mantener su solvencia para poner fin a la racha negativa en La Cerámica. «Es el objetivo, ganar en casa», sostiene el técnico amarillo, dispuesto a atajar mañana ante el Valladolid la serie de cinco encuentros consecutivos sin celebrar un triunfo ante su afición —el último encuentro de la pasada campaña y los cuatro, tres de Liga y uno de Europa League, de la actual—, una de las peores en la historia reciente del club y tan solo superada por las siete citas oficiales encadenadas sin triunfos locales de junio a octubre del 2003 y las seis entre febrero y mayo de 1999.

EVITAR LA ANSIEDAD / El Submarino no quiere acercarse a esos tristes récords, aunque Calleja tampoco desea que esas ganas de brindar a la parroquia grogueta esa primera alegría de la temporada se convierta en una obsesión que podría pasar factura negativa. «Centrarnos más en ganar que en cómo hacerlo sería una equivocación. No centrarnos en el juego y pensar solo en conseguir la victoria lo único que puede generarnos es estrés», apunta el entrenador amarillo, que no quiere que la ansiedad rompa esa dinámica «ascendente» iniciada en La Catedral y que «la motivación» de estrenar el casillero de triunfos en casa se imponga.

Eso en el plano anímico. En el futbolístico Calleja acabará de perfilar hoy sus planes ante un Valladolid que propondrá «un partido muy diferente al último». «En Bilbao el rival nos permitió ser más verticales y supimos leerlo bien. El domingo deberemos jugar mucho más en campo contrario, dominar, pero a la vez ser intensos en el momento en el que perdamos la posesión y estar muy atentos a las segundas jugadas. Ser más listos y vivos que ellos», analiza Javier Calleja, partidario por dar de nuevo la voz cantante a la mayoría de los protagonistas de la última victoria a pesar de la acumulación de minutos y el largo viaje a Moscú de la próxima semana para afrontar la segunda jornada de la fase de grupos de la Europa League. «Mi idea es contar con una base que tenga continuidad», explica Calleja al ser cuestionado sobre la intensidad de las rotaciones en la cita ante los pucelanos.

Evitar la ansiedad por lograr la primera victoria en casa, el cambio de chip ante un enemigo que obligará a soluciones muy diferentes a las del miércoles en San Mamés. El engañoso papel de «favorito» es el tercer aspecto en el que incide Calleja para no fallar.

UNA LIGA DE SORPRESAS / El madrileño no lo rehúye, pero insta a los suyos a que lo plasmen sobre el césped, como lo exige una Liga en la que ya se ha demostrado sobradamente —como ejemplo está la derrota en La Cerámica ante el Girona— que las distancias entre grandes y pequeños se han hecho menos evidentes: «No podemos quedarnos con ese supuesto favoritismo. No hay favorito si no se demuestra sobre el campo».