—Tres partidos seguidos sin ganar. ¿Cómo está el vestuario?

—Bastante bien. Es una situación que nadie quiere ni busca, pero el fútbol y la vida son así. Hay momentos buenos en los que las cosas salen por sí solas y momentos en los que hay que trabajar más para sacar adelante una situación complicada. Y estamos en uno de esos momentos. Pero hay confianza. Creemos plenamente en nuestra capacidad y eso ayuda a mantener la calma.

—¿Tienen la sensación de que lo que llega tras el parón tiene tintes de ultimátum para Calleja?

—No tenemos esa percepción. Ni lo mencionamos en el vestuario, ni lo pensamos. Trabajamos como siempre, buscando plasmar de la mejor manera lo que el técnico quiere y eso nos permita encontrar el camino de la victoria. Al final, pensar en cosas que no están en nuestras manos ni nos competen sería una pérdida de tiempo. Estamos aquí para buscar las victorias que nos permitan estar en una mejor posición. El compromiso que tenemos con el entrenador y con la institución es máximo.

—Al principio de temporada el Villarreal no sacaba resultados, pero la imagen invitaba a la paciencia. Lo del último partido ante el Espanyol ya fue inexplicable.

—Cuando entras en esta sinergia en la que las cosas no salen vas perdiendo confianza y se magnifican los errores. Al final, el fútbol y la vida son aciertos y errores, y no pasa nada por tener errores.Empiezas a desconfiar y esa desconfianza es la que atrae a que las cosas no salgan, y eso creo que es lo que pasó en el último partido. Comienzas y a los seis minutos gol en contra, y otra ocasión del rival en dos minutos... Eso genera dudas que se agudizan por el momento en el que estamos. Pasó en Moscú, ante el Rangers... partidos en los que las cosas parece que van a mejorar y de pronto llega un detalle que cambia esa sensación. Debemos cambiar eso, ser más pacientes e inteligentes en ese aspecto.

—Calleja empezó con el rombo en el centro del campo pero pronto ha tenido que buscar otras variantes. ¿Tan difícil es jugar a lo que el técnico quiere?

—Los entrenadores son los más adecuados para saber si un encuentro requiere un solo pivote o dos. Es cuestión de adaptarse. Para mí, como volante, no es lo mismo jugar un 4-4-2 pegado a la línea que en rombo, porque al final lo que se requiere de un volante interior es diferente a lo que se pide a un jugador de banda. Son características distintas y te puedes adaptar o no. Lo importante es que dependiendo de lo que se decida por el cuerpo técnico pongas tus características al servicio de tus compañeros para hacer las cosas lo mejor posible.

—¿Les ha venido bien el parón para aclarar ideas?

—Nos ha venido muy bien en este momento para resetear, quitar sensaciones negativas y preparar el partido ante el Atlético.

—No es precisamente el mejor rival para reencontrar el camino.

—Difícil, pero como todos hasta ahora. Más que para pensar en quién es el rival, estamos en un momento en que es más importante cómo estamos nosotros, cómo podemos dar la vuelta. ¿El Atlético? Difícil, sí, no imposible.

—Antes hablaba de su posición. ¿Qué etiqueta le ponemos?

—Es complicado. De chico siempre jugué de volante, por izquierda o derecha; incluso en mis inicios llegué a jugar de mediapunta. En Veracruz tuve a un entrenador al que le gustaba jugar con línea de cinco, con carrileros, y empecé ahí, por la izquierda. En Italia, en el Atalanta, volví a ser volante zurdo y al regresar a México, en el América, me reconvertí a lateral izquierdo por necesidades y así seguí gran parte de mi carrera. En la selección casi siempre me he desempeñado como volante o extremo, por ambas bandas.

—Todo un comodín, aunque en el Villarreal el técnico le ve como un centrocampista de banda.

—De momento aquí queda aparcado el tema defensivo. Incluso el día que jugué de lateral, ante el Valladolid, no era para defender, sino para dar profundidad. A mí, jugar de lateral con cuatro atrás me es muy difícil, mi instinto me pide ir hacia adelante. Eso me ha llevado a tener algún roce con técnicos a los que les gustan los laterales fijados atrás.

—Su excelente golpeo le hace ser una de las primeras opciones para los libres directos. ¿Tiene mucha competencia?

—Hay muy buenos pateadores. Sansone patea bien, Jaume también. Y Cazorla, obviamente, tiene un gran golpeo. De momento no ha habido problema de jerarquía, ya que solo hemos tenido una, la que puse en el palo ante el Leganés. En un partido siempre depende de la confianza con la que se siente cada uno para tener una opción de gol.

—Fue extraño que siendo fijo en la segunda parte de la pasada temporada el Sevilla no ejerciera su opción de compra.

—En principio era la única puerta abierta real para seguir en España. La opción era alta, creo que sobre ocho millones de euros. Pero no me arrepiento lo más mínimo de haber elegido al Villarreal. Podemos lograr cosas importantes.

—Su fichaje fue de los rápidos... ¿Cómo le convencieron?

—Tras el Mundial hubo ofertas y opciones. Pero la decisión con la que actuó el Villarreal me convenció. Mi agente me llamó un día y al siguiente ya me comunicó que querían cerrarlo. Nunca me había pasado; siempre dan más largas.

—Ya que hablamos del Sevilla, un club que casi siempre pelea por los mismos objetivos en la Liga, ¿qué le falta al Villarreal para equiparse a su exequipo a nivel de títulos?

—Solo eso, los títulos. Al Villarreal lo único que le falta es consagrar el gran trabajo de muchos años, manteniéndose en puestos europeos en una Liga tan competitiva, con algún título.

—También está viviendo ahora otra manera de vivir el fútbol en el estadio, muy diferente a Sevilla.

—Sí. Allí hay mucha pasión. Me gustaría que la gente aquí viviera un poquito más la pasión por el fútbol. En cada sitio se vive de una manera y todas son respetables, pero por mi manera de ser me gustaría que la gente apretara un poquito más. Pero también estoy disfrutando una experiencia completamente diferente.

—Ahora es uno de los fijos del equipo, pero el inicio no fue fácil.

—Todo futbolista vive para jugar. Al que le dé igual, o miente o no tiene sangre para ser profesional. No tengo otra manera de verlo. Tenía ilusión de comenzar jugando, pero también respeto mucho las decisiones por mis compañeros. Ellos también trabajan para jugar. Supe esperar, pero sé que la competencia no se ha acabado. Cada semana hay que ganárselo.

—¿Sacrifica el jugador mexicano dinero por jugar en Europa?

—Cuando vine al Watford (2015) tenía una oferta el triple importante económicamente para quedarme en México. Yo tengo claro lo que quiero, y no significa que sea lo mejor. Hay quien prefiere la opción económica, y también es una decisión correcta.

—¿Tanto dinero se mueve?

—En Europa hay ofertas por jugadores de México de dos o tres millones de euros; en el mercado local esos mismos jugadores generan transferencias de 16 ó 17.