Robert Moreno trabajó de dependiente de la planta de caballeros en el Corte Inglés de Cornellà antes de dar el salto a los campos de fútbol como experto en scouting y análisis de partidos a través de los vídeos. Viéndole el martes en Malta dirigiendo a La Roja en ausencia de Luis Enrique, amigo antes que jefe, puede concluirse que la estampa elegante le venía de fábrica, abriéndole muchas puertas a aquel estudiante de l’Hospitalet que amaba los ordenadores. También trabajó en una sucursal de la Caixa.

Al rastrear el currículo de Moreno se encuentra su paso por distintos clubs (Penya Blaugrana de Collblanc, l’Hospitalet, Castelldefels y Damm) y se detecta las ganas de aprender e innovar.

Después de la victoria (0-2), el seleccionador por un día tansmitió la angustia vivida sintiéndose una especie de ursurpador: «Ha sido la situación más complicada de mi vida profesional».

A Moreno lo descubrió el gran público aquella imagen del gijonés en el césped del Camp Nou con sus ayudantes Juan Carlos Unzué, Joan Barbarà, Rafel Pol o Joaquín Valdés. Con ellos llegó el triplete del 2015. Luego editó un libro y un vídeo, siempre al lado del asturiano, que le ha elogiado: «Robert está muy preparado». «Es una persona que ve muy bien el fútbol», añadió. «Es un primer entrenador en potencia», ha defendido Lucho, una afirmación que mantiene, una vez que, por el destino, ha debutado al frente de la selección española.