El Hércules aguó la fiesta de Castalia (1-2). El Hércules y el árbitro, el aragonés Latorre Gracia, en una extraña noche con tres penaltis, el fallado por Verdú que hubiese supuesto el 1-0; y los dos anotados por Carlos Martínez y Benja, éste en el 88’, después de que el empate de César Díaz hubiese hecho soñar con otra remontada como la de hace dos semanas ante el Badalona.

No jugó mal el Castellón, pero se topó con un rival superior, que tuvo la primera media hora del segundo acto para finiquitar el encuentro, pero que se encontró con el 1-1 y la furibunda reacción del Castellón. Al final, cuando se veía con un punto, una segunda pena máxima le permitió llevarse los tres. Este domingo, pues, a cruzar los dedos para que pinchen los Conquense, Alcoyano y demás, para minimizar los daños (el Teruel perdió también), a la espera de, dentro de siete días, una nueva final frente al Olot, ya sin tantos tintes festivos.

Fiel a esa máxima que dice que lo que funciona no debe tocarse (o solo lo estrictamente necesario), el once de Lleida tuvo su continuidad seis días después, con la salvedad de la presencia de Rubén Verdú por el sancionado Paco Regalón. Una reconocida defensa de cuatro, con Joseba Muguruza y el jerezano jugando por fuera, más Carlos Delgado y Eneko Satrústegui en el eje, con Gálvez junto por delante. A partir de ahí, dinamismo y elasticidad en el resto de integrantes de la medular (Antonio Caballero, Rubén Díez y Óscar Fernández); incluso en punta, donde David Cubillas, al lado de César Díaz, distaba mucho de ser un delantero estático. En síntesis, ese desorden controlado tan de Óscar Cano, esa estética asimetría que propugna.

El Hércules evidenciaba cierta tendencia a llevar el peso del partido, pero sin ser un dominio abrumador que incomodara a los locales, incisivos y atrevidos en la medida de los kilos -algún jugador, incluso, de forma literal- que se han quitado de encima en las dos semanas precedentes, aupados por las dos victorias.

Rubén Díez, cada vez más 10, era el fiel reflejo de ese Castellón más desenvuelto, protagonista con la pelota aún sin tenerla. Verticalidad que se tradujo en el penalti, de Samuel sobre César Díaz, que Verdú malogró. Falcón lo abortó en el 25’, un cuarto de hora después de que Caballero y Cubillas acabaran por los suelos en el área, sin punibilidad.

El árbitro estaba por la labor de ser protagonista y luego castigó a los albinegros con una pena máxima, entendiendo que Gálvez interceptó con la mano la internada hasta la cocina de Juanjo Nieto, ese chaval de Rafalafena forzado a emigrar cuando apenas se asomaba al primer equipo del Castellón con 19 años, convertido en víctima, una más de, David Cruz. Carlos Martínez sí lo aprovechó para desnivelar un partido parejo hasta entonces (min. 39).

Marcador injusto // No merecía perder el Castellón, pero le tocaba de nuevo nadar contracorriente. Y aún pudo ser peor en la rocambolesca última acción del primer acto: Campos para y al intentar sacar rápido, se le desliza la pelota y la vuelve a coger. Latorre Gracia decretó un libre indirecto que Benja reventó en el travesaño, lo cual no fue óbice para que el público despidiera con bronca al aragonés, preludio de otra música, mucho más agradable: la de la banda de la UJI, que se arrancó con el Pam, pam, orellut que calmó a las fieras de la grada, las mismas que, al regreso del vestuario, trataron de alumbrar el camino hacia otra remontada con la luz de los móviles.

El Hércules se protegía con el marcador y la pelota ante un Castellón a demasiados metros de Falcón. La mejor forma, también, de desactivar el factor Castalia, que rumiaba por lo bajini ante un partido cada vez más blanquiazul. César Díaz, en un acción tan individual como forzada, trató de alterar el orden establecido pero… La primera solución de Cano pasó por recurrir a las botas de Rubén Ramos, sustituto de un Caballero menos lúcido.

Carlos Martínez hizo volar a Campos justo antes de que Lluís Planagumà sorprendiera al relevarle. Perdía remate, aunque ganaba aún en más control. Pero seguía poniendo en aprietos al portero local: Benja tomó el testigo de su compañero, primero con un remate abortado por aquél y luego, perdonando, solo, el 0-2. El Castellón se dejaba las fuerzas en perseguir el esférico y en las estériles protestas al colegiado. Y, claro, así era difícil, por no decir imposible, repetir lo del Badalona.

Después de casi 20 minutos de reanudación, los albinegros pudieron armar una contra, pero Óscar Fernández, fatigado, disparó sin peligro. La segunda decisión de Cano fue sentarlo para sacar a Julio Delgado.

SOÑAR DESPIERTOS // Castalia creía, pese a que temió nuevamente por la puntilla herculana en el disparo de Pol Roige. Bastó con que el Castellón saliera de su cueva, juntara una par de pases, para que levantara al equipo. En esas apareció la sociedad (i)limitada que forman Muguruza y César Díaz, que hicieron el gol del Camp d’Esports y, anoche, el del 1-1, con esa rosca perfecta de Muguruza y el cabezazo de César Díaz, superior a la parada del cancerbero Falcón.

Quedaban 11 minutos y Castalia rugía, vaya sí rugía. Pero se pasó de reclamar el enésimo penalti de la noche a César Díaz... al que sí pitó de Carlos Delgado sobre Benja, esta vez transformado por él mismo en el 88.

Una noche convertida en una montaña rusa de emociones. El Castellón había gastado todo, había nadado tanto para morir en la orilla. Lo intentó hasta el final, aun sin Muguruza, expulsado en el descuento. Una falta a 20 metros de la frontal fue el último cartucho, malgastado por César Díaz. Una derrota que le baja de la nube, pero que mantiene intactas sus opciones de permanencia, a la espera de que se aclare el jaleo con el Ontinyent.