El siglo XXI ha traído consigo la revolución del fútbol bajo el yugo del poder económico. Lo que en tiempos pretéritos era pasión y sentimiento, hoy se ha convertido en negocio y postureo. El fútbol de élite está vendido a las televisiones, que son las que mandan, volatilizado por las casas de apuestas, que están siempre omnipresentes...

Sin embargo, las tradiciones y el fútbol de toda la vida intentan resistir al asedio mediático de un fútbol profesional que todo lo acapara. En las últimas temporada, también en cuanto a los horarios de los partidos. El fútbol regional, el modesto, el que se juega por la camiseta y en el que actualmente los jugadores apenas perciben un sueldo simbólico, es ese que se resiste a caer en el olvido.

Grandes clubs de la provincia que actualmente compiten en Regional Preferente, como Vinaròs, Vall de Uxó, Burriana, Onda o Nules, tienen pasado en Segunda División B, pero también presumen de una amplia trayectoria en Tercera, cuando esta era el tercer nivel del fútbol nacional en ausencia de la Segunda B, un caso que también se puede aplicar al Benicarló.

Pero algunas de esas viejas tradiciones del fútbol, que eran habituales hace varias décadas, todavía perduran en algunos enclaves de la provincia de Castellón cada domingo.

TRADICIONES

Por ejemplo, en el campo de La Serratella de Onda todavía escriben las alineaciones en las típicas pizarras en las que se informaba de los futbolistas que iban a tomar parte de un duelo, una tradición que allí pervive en la edad de oro del internet y de las redes sociales. No es el único. En los orígenes del desarrollo del fútbol en España, los estadios no eran más que simples gradas para que los espectadores se acomodarán, aunque en unas condiciones muy alejadas de la realidad, lejos de gustos estéticos. Una de las principales características, era la ausencia alguna grada cubierta, al contrario de la tendencia actual de cubrir todo un estadio. Sin ir más lejos, La Corona de Almenara es un campo con un graderío totalmente a la intemperie. El Arco de Soneja también es un buen ejemplo de esta arquitectura tan especial del fútbol añejo.

Otro aspecto reseñable es la disminución de la afluencia de aficionados a los partidos de las categorías regionales. Lo que antes eran llenos en cada campo para ver jugar al equipo del pueblo, con cientos e incluso miles de seguidores, hoy apenas se respira ambiente de fútbol. Y es que las televisiones o la diversificación del ocio han hecho daño al patito feo del balompié.

AMBIENTE DE FÚTBOL

Pero todavía hay campos en los que se conserva, en cierta medida, ese espíritu. La Serratella de Onda, el San Fernando de Burriana, el Pichi Alonso de Benicarló, el Ricardo Martín de Cabanes o el Mangriñán del Vall de Uxó dan buena muestra de ello. Sin ir más lejos, la atmósfera en el campo de la UDE, donde las peñas hacen que cada partido sea especial, incluso con el sonido de una trompeta que evoca tiempos pasados.

La rifa del jamón es todo un clásico del fútbol modesto, ese sorteo en el que los aficionados compran un tira, o las que quieran, para llevarse el preciado premio, pero la ilusión por él se torna en decepción con los clásicos sorteos en el descanso. Lo que antes eran jamones ahora son televisores, estancias en hoteles o incluso viajes, todo ello en la persecución de aumentar los ingresos atípicos.

El fútbol ha cambiado, pero el espíritu del mismo todavía se resiste a marchar, al menos en la provincia de Castellón.