Castalia vivirá el próximo domingo, a partir de las 17.00 horas, un duelo de colosos. Dos clásicos de la categoría y a la vez dos históricos del fútbol español frente a frente. Dos equipos que representan a dos ciudades futboleras, con masas sociales amplias y exigentes, y cuya presión, siempre que están en Segunda División B, es la de ascender, en especial para el Gimnàstic de Tarragona, que viene de descender de Segunda A el pasado ejercicio, aunque en el caso del CD Castellón, tras su año de aclimatación en el curso anterior, también le comienzan a pedir no bajarse de la zona de play-off, en la que lleva conviviendo toda la temporada.

La vida deportiva de ambos les ha vuelto a hacer coincidir tras vivir trayectorias contrapuestas. Mientras los tarraconenses proceden de LaLiga y con un pasado relativamente reciente en Primera División, el club de la capital de la Plana tuvo que purgar durante siete temporadas en Tercera.

Pero ni la gloria de unos ni el ostracismo y secuestro económico y accionarial de los otros sirve de nada ni para el próximo domingo ni en el presente ejercicio.

TRAYECTORIA ECONÓMICA

En lo económico, ambas entidades están a años luz. Mientras que el Nàstic está totalmente saneado (lo que da jugar en LaLiga) e incluso zanjó el curso del descenso con un superávit de 117.278,32 euros, el Castellón en 2ª B cerró el ejercicio 2018/19 con un déficit de 673.922 euros.

Ambos iniciaron la campaña de forma antagónica económicamente hablando. Mientras el Nàstic tiene un presupuesto de 6,045 millones de euros —el año pasado fue de 14 kilos— apoyado por el canon de LaLiga por descender de 1,7 millones, el Castellón tiene 2,5 millones de presupuesto, es decir, casi tres veces menos.

Lo curioso del caso es que los tarraconenses destinan un millón de euros más al coste de los futbolistas de la primera plantilla que los orelluts: 2,8 de los granas por 1,84 de los albinegros.

LO SOCIAL Y LO DEPORTIVO

Pero teorías de mejor plantilla y números económicos al margen, lo que sí está claro es que en lo social y en lo deportivo es la entidad de Castalia la que le saca ventaja a los de la vecina provincia.

El descenso del Nàstic provocó una decepción en la ciudad, ya que, evidentemente, no es lo mismo disfrutar de las mieles del fútbol profesional que transitar por la antipática Segunda División B. Es por ello que los tarraconenses cuentan con 5.500 abonados, cifras muy por debajo de los espectaculares 14.000 socios con los que alardea el club que preside Vicente Montesinos.

A su vez, en lo deportivo, el antagonismo es favorable al Castellón. Mientras los de Óscar Cano llevan todo el ejercicio en la zona de play-off y parecen estar destinados a pelear por el ascenso hasta el final, los de Toni Seligrat mucho harán con alejarse del descenso. Son 16 puntos los que les separan, siendo los orelluts 3º con 44 puntos y 14º el Nàstic con 26. Son las paradojas de una ciencia tan inexacta como el fútbol.