Al Castellón le sale todo de cara esta temporada. Si en el pasado ejercicio al conjunto albinegro le crecían los enanos en cada encuentro en forma de resultados negativos, en la presente campaña los de Óscar Cano están en estado de gracia, como ayer quedó demostrado con su agónica y épica victoria ante el Nàstic de Tarragona (3-2), un rival que dio la cara y puede que mereciera el empate, pero tras una gran segunda mitad los de la capital de la Plana se hicieron acreedores de un triunfo que les sitúa, tras su empate en Olot (1-1), a un solo punto del líder, el Sabadell.

Un gol en el último minuto del tiempo de descuento, el 94, del central recién llegado Adrián Lapeña, a la salida de un córner, dio la victoria a un equipo que nunca baja los brazos, lo da todo sobre el rectángulo de juego y que se llevó una sonora ovación, de muchos minutos, de su exigente afición tras el pitido final.

Todo olía a partido grande. Tarde soleada, la hora de los toros y del fútbol de toda la vida, el coliseo albinegro casi lleno —pese a la cifra oficial de 9.040 asistentes— e incluso la zona para visitantes estaba abarrotada con ese color grana que tanto resalta y contrasta con el albinegro que lucían las gradas de Castalia.

Un derbi de la categoría, duelo entre provincias limítrofes, dos equipos que han librado muchas batallas y que parecen condenados a reencontrarse.

INICIO TREPIDANTE / Tuvo de todo el inicio del encuentro. La primera parte fue realmente espectacular, no quizá por el fútbol desplegado, pero sí por la emoción, por el carrusel de ocasiones e incluso la tensión en el rectángulo de juego y en los banquillos.

Apretó el Castellón desde el inicio, intentando encerrar al rival y percutir tanto por la derecha con Muguruza como por la izquierda con Íñigo Muñoz, que lo intentaban una y otra vez.

Pero cuando ya se había aproximado en dos ocasiones el conjunto de Óscar Cano, el Nàstic aprovechó la primera que tuvo. Tras un centro al área, Víctor García tocó el esférico con el brazo y el colegiado pitó penalti. Bonilla ejecutó de zurda y no perdonó.

Apenas se llevaban 13 minutos (0-1) y los orelluts tenían que empezar a remar a contracorriente.

No se amilanó el bloque castellonense, que siguió apretando los dientes, más a la contra que con dominio, ya que con Rubén Díez muy retrasado, al Castellón le faltó presencia en la medular, siendo los mediocentros rivales, Javi Márquez y Fran Miranda, quienes llevaron el peso del juego en el primer acto.

REMONTADA FUGAZ / En esas, la suerte se alió con el combinado local. Las acometidas tras robo por banda de los albinegros tuvieron sus frutos por partida doble. En el minuto 20, César Díaz que se había escorado a la izquierda centraba al área y el esférico, tras tocar en Albarrán, se convertía en un globo venenoso que sorprendía al meta visitante Bernabé, estableciendo el 1-1.

Castalia se levantaba y envalentonaba a los suyos. Cinco minutos después, tras una jugada por la izquierda de Íñigo Muñoz, el balón llegó a la derecha, donde Muguruza sentó a su rival con un amago y su centro se convirtió en una asistencia para Juanto Ortuño, que solo tuvo que poner la cabeza para hacer el 2-1. Quinto tanto en seis partidos del Killer de Yecla, en estado de gracia.

El Castellón le daba la vuelta al partido y parecía que todo iba a ser de color albinegro… hasta que Javi Márquez, un clásico del fútbol español, con pasado en clubs de Primera como Espanyol y Granada, se sacó de la chistera un golazo. El menudo mediocentro se dio el lujazo de marcar el llamado gol de Pelé pasada la media hora, sorprendiendo a Álvaro Campos con una vaselina desde el centro del campo. ¡Increíble!

Con el 2-2 en el casillero y mayor peso en el juego del Nàstic y presencia en el área del Castellón se llegó al descanso.

SUPERIORIDAD ALBINEGRA / El segundo acto comenzó con un equipo albinegro más envalentonado, los de Cano dieron un paso al frente, a la vez que al combinado tarraconense se le iba apagando el fuelle. Hubo tramos en dicha parte que fue un vendaval.

Rubén Díez estaba demasiado tapado y tuvo que ser Carles Salvador quien nutriera de balones a las bandas, en especial a la izquierda, primero con Íñigo y luego con Alfredo, que realizó una buena media hora final, ya que a Jorge Fernández se le apagó la batería demasiado pronto.

Pasada la hora de juego, con dominio orellut y contras granas, el partido se convirtió en un correcalles de esos que gustan a los aficionados, con numerosas ocasiones en ambas porterías.

En ese intercambio de golpes fue el Castellón el que gastó más pólvora, en especial con oportunidades de Lapeña, Juanto por dos ocasiones y otras dos de César, un cabezazo fuera y una espectacular falta que sacó el meta Bernabé de la misma escuadra, un cancerbero que en la segunda mitad evitó varios goles.

La tuvo el Nàstic en el 73 con una contra que entre Oliva y Ferran no acertaron solos ante Álvaro Campos, y en la siguiente acción Alfredo fusilaba a Bernabé, que se convertía en gigante para abortar otro posible tanto.

El gol se resistía y Cano quemaba sus balas con la entrada de Kako para oxigenar la medular y el aclamado Cubillas, que las peleó en busca de la gloria. Una gloria que llegaba en el descuento, cuando muchos seguidores ya estaban camino de sus vehículos y oyeron en estéreo ese grito mágico de «goooooool». Sí, gol.

Fue en el 94, cuando la prolongación del colegiado agonizaba, cuando tras un córner y varios rechaces le cayó el esférico muerto a Lapeña, que supo tocar sutilmente para brindar el 3-2 y tres puntos que acercan al Castellón a solo un punto del liderato.