El del próximo domingo en San Mamés parecía un duelo destinado a tener un papel importante en la pelea por las plazas europeas. Ahí es donde se suponía que debería estar el Athletic Club, el próximo rival de los amarillos, pero una nefasta racha de 10 encuentros consecutivos sin conocer la victoria —cuatro en casa, con empates ante Eibar y Celta y derrotas frente a Getafe y Osasuna— ha condenado al equipo de Gaizka Garitano a la indiferencia de la mitad de la tabla. Los leones cumplirán el domingo tres meses enteros sin sumar de tres en LaLiga y a una distancia ya preocupante de unas plazas europeas que al Athletic ya le quedan a nueve puntos. La última oportunidad de reengancharse a la pelea estará, quizás, en la visita del Submarino.

La Copa es la competición que mantiene vivas las ilusiones de la afición vasca, y también la que cohesiona la relación club-entrenador, mucho más tensa si el Athletic no tuviera un pie en la final del torneo del KO. El otro lo deberá poner cuatro días después del partido ante el Villarreal, en la vuelta en Granada —defiende un corto 1-0 de la ida—. La Copa es la cara y la cruz de los de Garitano, la opción de celebrar un título que no llega desde la campaña 1983/1984 —el histórico doblete de Javier Clemente—, pero también el desgaste de una competición al que muchos achacan el bajón en la Liga.

«Es el momento más difícil desde que llegué al banquillo del Athletic», confesó tras la derrota ante el Alavés (2-1) Garitano, consciente de que en cinco días, de domingo a jueves, renueva su crédito o lo agota totalmente.