Nada que ver con la trepidante primera carrera del año una semana atrás en el mismo circuito Red Bull Ring, ni rastro de la tremenda jornada de clasificación del sábado en la segunda cita en Austria. El Gran Premio de Estiria rozó el tedio, como casi siempre ocurre cuando Lewis Hamilton arranca desde la pole. El hexacampeón se manejó como suele, sin errores, consistente, impecable, para anotarse la victoria número 85, a seis del récord de Michael Schumacher.

Max Verstappen nunca pudo con él. El piloto holandés siempre puso el ojo en Valteri Bottas con el segundo Mercedes, que acabó superándole. Una mala parada en boxes estropeó el domingo a Carlos Sainz —noveno y vuelta rápida en carrera—, mientras que la colisión de los Ferrari acabó por encender todas las alarmas de crisis en Maranello.

Leclerc arrancaba decimocuarto, cuatro puestos por detrás de Vettel, y los dos se encontraron en la frenada de la primera curva. El monegasco intentó colarse de forma optimista por dentro y el alemán ni pudo, ni quiso darle espacio. La colisión entre los Ferrari forzó un doble abandono en la carrera. Terrible. Otro espectáculo lamentable de la escudería, solo tres carreras después del sonrojo por otra colisión entre ambos en el GP de Brasil, el penúltimo gran premio del pasado año.