No se le vio durante el calentamiento de su equipo. Al menos no se paseó en plan protagonista, se movió entre bastidores. Sabía que le esperaba una tarde-noche intensa, en la que ya tendría tiempo para un protagonismo que a él no le agrada pero que sabe que implícito en su cargo, en su profesión y en su sueldo.

El que se vio ayer en Castalia fue el Juan Carlos Garrido en estado puro, sacando a relucir toda su esencia, la que ya irradiaba en sus inicios dirigiendo a El Puig, en la cantera grogueta, en el primer equipo del Villarreal y en el resto de clubs a los que ha entrenado.

Salió cuando sonaban los acordes del «¡Pam, pam, orellut», el himno del Castellón. Serio, metido en el papel, se dirigió a saludar entrañablemente a David Gallego, técnico del Sporting. La diferencia de estatura le convertía en gigante al lado de su homólogo.

No parecía nervioso antes del pitido inicial... pero cuando el colegiado dio por comenzado el choque, salió el míster que todos conocemos, con la particularidad que en esta época de fútbol pandémico se ve y se escucha todo.

«Vamos, vamos, metidos eh, metidos», espoleaba a sus jugadores. «Iago, Iago, cierra. Arturo, acompaña», refiriéndose a Iago Indias y Arturo Molina en sus primeras indicaciones.

Se dedicó el preparador albinegro especialmente a rectificar posiciones defensivas o variaciones tácticas sobre la marcha, en córners a favor, en jugadas de estrategia tanto defensivas como ofensivas... y se le vio mucho feeling con los futbolistas, a los que ya tuteó e incluso llamó por sus nombres abreviados e incluso motes. Les animó y aplaudió tanto en los aciertos como en los errores.

JUNTO A SU CUERPO TÉCNICO / Un Garrido que da protagonismo a sus ayudantes. El preparador físico Diego Megías llevó la voz cantante en el calentamiento, los porteros fueron cosa de Xavi Oliva y con Mario Rosas departieron y corrigieron posiciones y desajustes.

Sí, también protestó. Como técnico temperamental que es, tanto el asistente de su banda como el cuarto árbitro sufrieron algún que otro rapapolvo de técnico orellut, quien también se las vio con el preparador físico del Sporting, cuando éste le recriminó alguna protesta. «De los míos y en mi parcela me ocupo yo», le dijo de forma tajante. Un técnico pasional, temperamental y que morirá en el campo por y para los suyos.