Fernando Roig cumple en mayo 24 años como presidente, mecenas o alma máter de este milagro del fútbol llamado Villarreal CF. En menos de un cuarto de siglo, el club ha participado 11 veces en un torneo europeo, se ha colocado en el puesto 18 de la clasificación histórica de la liga española y ha jugado cuatro semifinales europeas, una de ellas la del famoso penalti de Riquelme en Champions, con 21 temporadas en Primera. Y un subcampeonato de Liga. No son títulos, pero el Villarreal posee una Ciudad Deportiva (Miralcamp) con una residencia que con alojamiento en régimen de pensión completa para 100 niños, alberga un hotel y una decena de campos de fútbol.

A dos kilómetros de Miralcamp, otra instalación (Pamesa) con cuatro campos de fútbol. Sí, ya sé que todo el mundo lo sabe. Solo lo recuerdo, una vez más, porque cuando me dicen que es un fracaso no haber levantando todavía un título o tan siquiera haberse asomado a una final, entiendo que se tiene una parte de razón, pero que, a la vez, no se contextualiza las dimensiones de la monumental obra de un club de una pequeña ciudad de 50.000 habitantes, encuadrado en una olvidada provincia de apenas 600.000.

Me dijo una vez un compañero, que el fútbol no le debe nada a nadie, porque los logros se ganan en el terreno de juego. Sí, el razonamiento es irrefutable, pero también lo son los datos que he detallado al inicio de esta columna. Y yo sigo con la mía, el fútbol le debe algo al Villarreal. Pero no hace falta que se lo regale, al final caerá por su propio peso y llegará ese día, porque cuántas más veces te acerques, más probable será que pueda obtenerse esa celebración que Roig, Llaneza, Negueroles y toda la gente que trabaja en el Villarreal se merece.

Se pasó el tren de los cuartos con el Levante en la Copa. Se cayó de forma muy injusta y cruel en el minuto 120 de la prórroga. Todavía recuerdo la tristeza de Javi Mata a la salida del campo con su hijo Xavi, un proyecto de buen periodista, porque él es uno de los miles de groguets a los que un día se les hará realidad ese sueño que merecen por su amor al club.

Y ahora estamos ante una nueva oportunidad en la Europa League. No me gusta hacer cábalas de si el Dinamo de Zagreb es un rival asequible o no, y menos de pensar en el Arsenal en unas semifinales, porque en eso sí soy de la teoría de Simeone de partido a partido. No sé lo que pasará, pero sí que Emery y sus jugadores lo van a pelear a muerte. Me siento muy identificado, y no dudo en proclamarlo a los cuatro vientos, con la personalidad del entrenador del Villarreal. Sé que por trabajo no se quedará en el camino esta nueva oportunidad. Se ha logrado cambiar una dinámica preocupante en LaLiga. Quedan detalles por mejorar y jugadores clave por recuperar para la causa, pero otra vez siento ilusión. Esa final, llegará. Los groguets lo merecen.