El Alqueries está ante su temporada más complicada de las cuatro que ha disputado en Liga Autonómica. El conjunto arlequinado ha tenido que sortear como buenamente ha podido las diferentes bajas por lesión que ha sufrido durante el curso, algunas de ellas graves. No obstante, poco a poco las aguas vuelven a su cauce, y algunas de las jugadoras que se han mantenido al margen en gran parte del curso, comienzan a ver la luz al final del túnel. 

El atípico contexto que se está viviendo esta campaña, con los efectos derivados de la pandemia del covid-19, tampoco ayuda, si no más bien al contrario. Y es que si por algo se caracteriza el equipo que dirige Rafa Font de Mora es por la cohesión grupos, la fraternal relación que mantienen todas las integrantes del equipo. En esa unión radica, precisamente, el éxito del proyecto arlequinado, sin la cual hubiera sido imposible alcanzar la Liga Autonómica. 

El confinamiento afectó al equipo

Por eso, el confinamiento del año pasado y las diferentes restricciones impuestas por la realidad sanitaria es lo que más ha afectado al equipo. El tiempo sin interactuar ha afectado más que a cualquier conjunto que tenga una calidad individual mayor a las de las gualdiazules. 

Sin embargo, tras el parón el equipo está trazando una línea ascendente. La ilusión y las ganas de jugar, de creer un proyecto y en la unión común por alcanzar un objetivo, una filosofía que va más allá del fútbol y sobre la que se ha fraguado la trayectoria de un equipo que no desfalleció ni cuando los factores económicos tumbaron los méritos logrados en buena lid sobre el terreno de juego. 

Ahora toca revertir una situación complicada, en la que las arlequinadas tienen entre ceja y ceja que Les Alqueries continúe siendo de Liga Autonómica.