La historia de la humanidad es evolución constante. En el progreso siempre existe una pequeña concentración de miedo a lo desconocido. Ese temor a afrontar los cambios que nos mueven de esa zona de confort. A colación me viene una anécdota del genial director de cine Billy Wilder. Un amigo le espetó: «El cine se muere. Han inventado una pantalla pequeña cuadrada donde se ve todo gratis». Wilder le contestó: «El problema no es la tecnología, es aburrir. Si somos capaces de contar historias que hagan feliz a la gente, el cine seguirá». 

El sábado viendo al CD Castellón en mi tablet, en la redacción de Mediterráneo, recordaba las vicisitudes que ha pasado este club. Me vino a la cabeza gente que me enseñó mucho y con la que compartí muy buenos ratos, cuando yo era un mocoso que quería contar historias desde unas hojas de papel en forma de periódico, como Chencho o Troncho; más adelante otro fenómeno como Ricardo Llago. ¿Cómo lo verían ellos ahora? Seguro que en blanco y negro siempre, como la camiseta albinegra. El Castellón ha sufrido ataques involucionistas, más que evolucionistas. Y pese a la modernización del fútbol, la irrupción de La Liga de las Estrellas, la sucesión de partidos en color 4K por la televisión, sigue vivo siempre en un rincón del corazón de miles y miles de albinegros, estén donde estén, en Detroit, Sidney o debajo del Fadrí. 

Es posible que el corazón se le salga de la caja torácica a más de uno, pero el Castellón sigue vivo. Tanto, que ni siquiera su fútbol nos aburre porque todos tenemos claro el objetivo. No obstante, una gran virtud es la moderación, a la larga triunfa. Siempre aludo a que los extremos no son buenos, en ningún ámbito vital. Hay algo más entre querer jugar la pelota hasta en la línea de meta propia y obviar que el fútbol se juega con un balón. El Castellón no merece dar la imagen de Alcorcón, pero sí ser digno como ante el Mallorca, aunque se hubiera perdido al final. 

El CD Castellón es lo que es por la pasión y el trabajo de mucha gente de diferentes ámbitos sociales. No se puede medir por exaltaciones vacías de albinegrismo sino por hechos. La lucha de gente como Manolo Godoy, Isidoro Gasque, Miguel Pastor, Conrado Marín, Ximo Roca, Alejandro Moll, ahora Vicente Montesinos... y los que me dejo por espacio y por memoria. Su lucha ha logrado que viva. Y siga viviendo pese a que el Castellón no tenga un campo donde entrenar en su ciudad, sus niños de la Fundació Albinegra no posean unas instalaciones para jugar, en Castalia la iluminación sea deficiente o el club no tenga el apoyo empresarial que merece. No importa. Vive. Y acabo con una frase de Wilder para volver al fútbol: «¿Es importante que un director sepa escribir? Mi respuesta es: No, pero si que lo es saber leer». Cambien escribir por querer imponer tus ideas y leer por escuchar, y entenderán porque ningún entrenador, ni nadie, es Dios ni tiene la verdad absoluta. ¡Qué bonita es la vida en blanco y negro! PPO.