Ramsés II fue uno de los faraones del Nuevo Imperio de Egipto. Los historiadores de las Relaciones Públicas le consideran como un maestro de la propaganda en sus tiempos. Su habilidad persuasiva para modificar la realidad, bajo el prisma que le interesaba, quedó puesta de manifiesto con la forma de enfocar sus errores de estrategia en la conocida batalla de Qadesh. Después de la retirada, tildó de comportamiento incorrecto al enemigo, acusándole de incumplir las normas de la guerra. El faraón sabía que la expresión del poder le hacía más fuerte ante sus súbditos.

No sé si Florentino Pérez es un amante de la egiptología, pero el presidente del Real Madrid ha querido emular al faraón con una campaña propagandística en favor de la SuperLiga, confesando una deuda en el actual ejercicio de 300 millones de euros. Más listo Laporta, en segundo plano, pero también apoyando un proyecto que se ha presentado sin tan siquiera la aprobación preceptiva de los socios de ambos clubs. El Barça está en quiebra técnica, incluso peor que su rival deportivo. Florentino, igual que Ramsés, ha querido desviar sus errores, de bulto por cierto, intentando vaticinar una Apocalipsis en el fútbol salvo que su SuperLiga europea viera la luz. El fútbol no le aceptó como faraón.

Nunca había presenciado una política de comunicación tan mal diseñada, o mejor dicho no existente, con errores mayúsculos como la puesta en escena en un programa de debate deportivo, en lugar de un acto con un escenario propio de una iniciativa, que según Florentino movería 3.500 millones. Luego, ha ido dando tumbos con su horrorosamente diseñada campaña propagandística por los medios. Es incomprensible como un empresario de su prestigio haya salido a desafiar el fútbol con unos cimientos de barro y paja. Impropio del presidente de un grupo constructor como ACS. 

Es lícito que Florentino defienda los intereses del Madrid, con una SuperLiga o si quiere con una competición intergaláctica, pero su prestigio ha quedado en entredicho con una maniobra tan chapucera. Reforzado ha quedado Fernando Roig. No ha hecho nada especial, solo defender que el fútbol es un deporte de méritos. De otra forma, clubs como el Villarreal, con una gestión modélica, no podrían soñar con jugar una final de la Europa League, tener dos ciudades deportivas, una economía sostenible y una cantera de primer nivel. Y ayer, logrando que su equipo femenino también esté en la élite. Su estrategia de inbound content en marketing es defender el deporte e invertir en él. Por ello, ya suma 24 años al frente del Villarreal, 17 en la clasificación histórica. Prefiero el inbound content a la propaganda. El fútbol no quiere faraones, sino gente que le defienda. Los ingleses lo entendieron bien, sobre todo porque han sabido escuchar a las que yo siempre llamo las verdaderas estrellas del fútbol: los aficionados. ¡Cuánto les echo de menos!