El CD Castellón sigue en caída libre. Necesitaba ganar y acabó sucumbiendo con una dura derrota. Todavía le queda un halo de vida al equipo albinegro, pero la disyuntiva es si Garrido tiene la capacidad para lograrlo y, lo más importante, si tiene la confianza de un vestuario que demuestra, con la imagen que ofrece en el campo, un desconcierto absoluto. La pregunta es: ¿Sabe Garrido a qué juega el Castellón? 

Parece que desde hace semanas, no. Nadie, ni el propio Zaragoza, habría esperado antes del partido un resultado tan amplio, tan cómodo y con tan poca resistencia por parte de un rival que se jugaba la vida en el choque. Ahora, la permanencia queda pendiente de casi un milagro, pero el técnico valenciano no parece el hombre adecuado para obrarlo, aunque opciones siguen existiendo sumando seis puntos.

El equipo de la capital de la Plana necesitaba ganar en La Romareda para continuar dependiendo de sí mismo. No se le puede discutir a los albinegros su actitud, otra cuestión diferente es el orden, la creencia firme en su idea, la puesta en marcha de un plan y disponer de la fortaleza mental y la convicción de que puedes superar a tu adversario. Todo eso es trabajo del líder, del capitán del barco, es decir, del entrenador. Y Garrido hace semanas que ha perdido el rumbo, el control del vestuario, la credibilidad de sus jugadores y puede que hasta su respeto. Hoy el Castellón es un embarcación a la deriva, cuya tripulación no sabe en qué aguas navega.

Sin ideas

El entrenador orellut sigue dando tumbos, exhibiendo cambios volcánicos en sus planteamientos y tomando decisiones, cuanto menos extrañas. El resultado es que el Castellón es un equipo descabezado, que pone voluntad, pero que ha perdido la brújula. Y lo volvió a demostrar ante un rival que tenía prácticamente la salvación asegurada y que solo tuvo que aprovechar del nerviosismo del oponente para ganar con relativa facilidad, seguramente mucho más de lo que podría esperar.

Para pugnar por el triunfo hay que crear ocasiones, inquietar el área rival, tener un plan y defenderlo a muerte. Garrido ha demostrado tener caprichos demasiado caros para un equipo como el Castellón. No se puede entender de otra manera la suplencia de un jugador como Marc Mateu, importante por su capacidad de desborde, por su experiencia en Segunda A y por su talento, además de por su importancia en las acciones a balón parado. El mejor jugador albinegro apareció en el terreno de juego en el minuto 66 cuando el partido ya señalaba un rotundo 3-0 en contra en el marcador.

El técnico apostó por Carlos Delgado en el eje de la zaga, junto a Gálvez, con la novedad de la aparición de Gus Ledes, uno de los considerados fichajes importantes de esta temporada que, una vez más, pasó desapercibido. Arriba, un solo delantero, Juanto. La entrada de partido del Castellón fue buena, incluso, entró dominando al Zaragoza, aunque fuera más territorial que de control real del juego. 

Debilidad psicológica

La debilidad psicológica del Castellón quedó de manifiesto después de recibir el primer golpe. Una vez más, se defendió con poca intensidad en el área y esa blandura fue aprovechada por Francho Serrano para marcar un bonito gol. A partir de ahí, el equipo albinegro fue presa de sus miedos, de sus nervios y de sus propias debilidades. Garrido ha contribuido con sus decisiones a desquiciar anímicamente a este grupo de jugadores que, en esto momento, parecen mucho más malos de lo que realmente son. No es tan floja esta plantilla, con todas sus carencias, para tirar la toalla tan pronto como lo hizo anoche en Zaragoza. Y es que el conjunto maño solo tuvo que mantener la pelota en su campo, favorecido por la baja presión de un equipo que continuaba replegado. Solo a balón parado, y curiosamente con Marc Mateu caprichosamente en el banquillo, parecía que podía hacer algo el Castellón, pero ni así.

Garrido sin plan B

Con lo que se jugaba el conjunto albinegro, se esperaba un cambio de planes desde el banquillo. Sin embargo todo siguió igual... de mal. Confuso, desorientado, sin capacidad de reacción, el técnico no movió pieza. Y a los dos minutos de la reanudación, Iván Azón marcó el 2-0 en un remate de cabeza tras un saque de esquina. El golpe suponía casi el KO. Dos cambios al unísono con la entrada de Zlatanovic y Cubillas, a la desesperada, como el toque a arrebato cuando la batalla está perdida. El Castellón para entonces era un manojo de nervios, un equipo desorientado. 

Todavía faltaba la puntilla. Un penalti de Gálvez (uno más), rearbitrado por el VAR, machacaba literalmente a un Castellón derrotado (0-3), dirigido por un entrenador que ha perdido los papeles. Pero mientras hay vida, hay esperanza. Solo queda agarrarse a eso.

- Ficha técnica:

3 - R. Zaragoza: Cristian Álvarez; Tejero, Francés, Peybernes ('Pichu' Atienza, m.68), Nieto; Francho, Eguaras, Zapater (James, m.76), Narváez (Vuckic, m.82); Bermejo (Zanimacchia, m.76) e Iván Azón (Sanabria, m.68).

0- Castellón: Oscar Whalley; Lapeña, Gálvez, Delgado (Cubillas, m.57), Víctor; Gus Ledes (Marc Mateu, m.67), Bodiger; César Díaz, Arturo Molina (Señé, m.76), Rubén Díez (Salvador, m.76); y Ortuño (Zlatanovic, m.57).

Goles: 1-0. M.13. Francho; 2-0. M.47. Iván Azón; 3-0. M.65. Tejero (penalti).

Arbitro: Ocón Arráiz (Comite Riojano). Amonestó con tarjeta amarilla a Arturo Molina y Cubillas, del Castellón.

Incidencias: partido correspondiente a la antepenúltima jornada de Liga en Segunda división disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza a puerta cerrada.