Una hora con Elena da para mucho. Su vitalidad se adhiere a la piel desde el primer segundo, su optimismo inunda la atmósfera y te atrapa, y en cada palabra te da una lección vital. Madre de tres niños de 4, 7 y 11 años y ginecóloga de reconocido prestigio, profesión que compaginaba con la responsabilidad de educar y criar a sus pequeños, las largas guardias en el hospital y su consulta médica, Elena Romà, una valldeuxense de 38 años, vio cómo su vida daba un giro radical hace tres años. De un día para otro empezó a sentirse mal. Su movilidad comenzaba a resentirse. Una resonancia desveló que sufría un cavernoma medular cuando acababa de dar a luz a su tercer hijo. Estuvo ingresada durante mes y medio en el hospital de La Fe de València. Su cuerpo perdió toda la movilidad desde el pecho hacia abajo. Y a partir de ese momento comenzó su lucha por continuar siendo la mujer independiente que había sido siempre. 

Lucha diaria contra su paraplejia

Durante siete meses estuvo en uno de los centros de referencia en España, en el hospital nacional de parapléjicos de Toledo. Desde entonces no ha parado de ganar los pulsos a cada obstáculo que se le presenta en su día a día. Con su esfuerzo ha ido forjando una auténtica campeona de la tenacidad, la superación personal y afrontando su vida siempre con una palabra positiva y una sonrisa. Su mentalidad ganadora la ha trasladado a las piscinas, donde se está forjando una nadadora de raza. «Al principio no me veía capaz de tirar de mi familia. Todo había cambiado para mí, pero siempre tuve claro que quería continuar siendo independiente, a pesar de la pérdida de movilidad en mi cuerpo», espeta Elena. Su primer contacto con la natación fue en Toledo. «Me orienté al deporte y empecé a jugar a ping pong, tenis, a hacer bici y nadar. En el agua me siento libre», revela. Poco más de un año después ha sido subcampeona de España en los 100 metros libres en su categoría y ganó dos medallas de bronce en los 50 metros. 

Elena Romà, con el equipo del Club Natació Tritons de Vila-real.

Su progresión ha sido meteórica desde que ingresó en el Club Natació Tritons de Vila-real y sus entrenadores creen que tiene un amplio margen de mejora. Incluso para acudir a unos Juegos Paralímpicos.

Elena es parapléjica y solo puede nadar con los brazos, lo que requiere que tenga un cuidado especial. «He estado entrenando cinco días a la semana. Al cargar todo el esfuerzo y mi actividad en los brazos, me sentía muy sobrecargada y tengo que dosificar bien el trabajo», explica. «No voy a dejar de competir. En el agua me siento libre y estoy bajando marcas. Mi entrenador dice que tengo mucho margen aún», recuerda esta valldeuxense que se confiesa seguidora del Villarreal CF. Su marido, David Pérez, ha sido portero de varios equipos, como el Nules, Onda, Burjassot, Elche y en las inferiores del Villarreal. Ahora entrena al filial de la UDE.

Elena Romà logró tres medallas en el último campeonato de España de natación adaptada.

El giro radical de su vida

En el día a día sigue ganando medallas de oro. «Tuve que dejar mi trabajo en el hospital y afrontar un cambio vital radical. Mi esfuerzo siempre ha estado en no ser dependiente. Y ahora voy a entrenar en mi coche, pongo lavadoras y hago las camas, tiendo la ropa, cocino y cuido de mis hijos. Todo me cuesta un poco más, pero me defiendo sola», asegura con orgullo. Elena Romà luchó para continuar manteniendo su puesto de trabajo. 

"Tuve que dejar mi trabajo en el hospital y afrontar un cambio vital radical. Mi esfuerzo siempre ha estado en no ser dependiente. Y ahora voy a entrenar en mi coche, pongo lavadoras y hago las camas, tiendo la ropa, cocino y cuido de mis hijos"

«Recuerdo que al principio tenía muchas ganas de seguir con mi consulta de ginecóloga, pero después de pelear con la Seguridad Social, a causa de mi gran invalidez, era factible que trabajara en Mercadona, pero no como médico. Con el paso del tiempo, me di cuenta de que hay muchas cosas importantes, como dormir en casa y no en el hospital, velar por la educación de mis hijos o tomar café con mis amigas. Y no necesito ahora trabajar ni económica ni psicológicamente. Dentro de unos años puede que me plantee otra cosa. Ahora también empleo mi tiempo en estudiar», asevera. Una hora con Elena da para mucho, pero sobre todo para amar con fuerza la vida. Una campeona de raza.