Diguem agossarat, solía adornar sus monólogos Andreu Buenafuente, y yo también oso ante esa especie de novatada con que nos fustigan las restricciones sanitarias por parte de la Generalitat de casi todos los valencianos. Y eso debiera ser ilegal según la nueva norma que proponía ayer el Gobierno en contra de esas prácticas abusivas o cualquier otra discriminación que, apegados a una mal entendida tradición, siguen ejerciendo. Y si no es una broma de mal gusto, peor, porque la tropelía permite a los vecinos del cap i casal disfrutar de las fallas y el botellón; y a los aficionados del Villarreal, celebrar su meritoria Europa League en la calle o cubrir un 60% del Madrigal; y a nosotros, pobres contribuyentes de tercera, se nos condena porque no somos profesionales, haciendo caso omiso de una mejor incidencia y demás índices sanitarios al uso.

El agravio merece no solo el recurso administrativo o la pataleta del columnista. Más importante, si cabe, es que la afición se acuerde cuando aquellos que nos (des)gobiernan quieran hacerse la foto el día de los éxitos. También fueron políticos, aunque de otro color, quienes propusieron la disolución, nuestra muerte, tras el expolio de Castellnou 2005. Ni olvido ni perdón.

EFEMÉRIDE. Y ya que hablamos de memoria, el domingo fue un día especial para quienes confesamos cierta mitomanía, eso que en lenguaje invasor nos ha bautizado como frikis. Se han cumplido 50 años del debut con la camiseta albinegra de Juan Bautista Planelles Marco (dos a uno al Tenerife) y son bien pocos los nombres a su altura en la historia del Castellón.

Juanito pasa por ser un jugador carismático para aquellos que lo han disfrutado, tanto aficionados como compañeros de equipo y hasta rivales. No en vano, ya revelé el 17 de mayo, con ocasión del 40º aniversario de un ascenso a Primera, que sufragó una comida en el Club Náutico para toda la plantilla, resto de empleados del club y sus respectivas parejas. Porque más allá de sus dos ascensos a Primera, sus 171 partidos y 39 goles en liga, o los 27 jugados en copa con 8 goles (En el escudo de tu historia, dixit), sigue vivo el mito de aquel portento que prefirió jugar en casa a triunfar en el Madrid. Pero, sobre todo, porque su valía humana supera su recuerdo futbolístico. Por eso, porque ha superado una grave enfermedad y porque encima me regala su amistad, merece este sencillo homenaje.