El CD Castellón no fue capaz de encontrar la línea de continuidad en La Línea de la Concepción. Dos minutos fatídicos, en el tramo inicial de la segunda parte, le arruinaron la tarde: primero, el gol de Aly Coulibaly (con la mala suerte de que el balón repelido por Edu Luna, lo convirtió en imposible para Álvaro Campos); después, la infantil expulsión de Mario Barco (baja no solo frente al Atlético Sanluqueño, porque golpeó a un rival sin mediar pelota). La reacción, tenue, no le alcanzó para evitar una nueva derrota a domicilio.

Si bien Sergi Escobar es un entrenador que, de tanto en tanto, suele introducir cambios poco esperados en sus alineaciones con el fin de mantener la tensión competitiva de toda su plantilla, lo cierto es que estaba tan feliz de las prestaciones de los titulares ante el Sevilla Atlético, que les ratificó.

El césped, mal

El viento de Levante, una de las preocupaciones de los orelluts (suele soplar con tremenda fuerza tan cerca del Estracho de Gibraltar y los locales están más acostumbrados), no fue un obstáculo añadido al Linense, aunque sí el césped, muy irregular y seco (en muchas zonas, incluso, más marrón que verde). 

El Castellón aguantó los primeros embates de la Balompédica y, por fortuna, esa fogosidad menguó a los cinco minutos. Después, un par de internadas de Bilal Kandoussi y otro par de saques de esquina nivelaron la contienda, una decoración que ya poco varió en lo que restaba de primer acto.

Después de la fallida salida al Carlos Belmonte, donde el Castellón siempre dio la sensación de estar a merced del Albacete, la aportación de Dani Torres, junto a la presencia desde el minuto 1 de Pablo Hernández, dan un plus al Castellón, a la espera de que Vicente Esquerdo y Javi Moyano, cada uno en su demarcación y con sus características antagónicas, acaben de redondear a los albinegros. Mientras tanto, Escobar, que terminó de cumplir sanción, apuesta por un cierre de filas. Todavía no da para que un Castellón extremadamente alegre.

Kialy Abdoul Koné, a los 20 minutos, firmó el primer tiro, pero no aprovechó su posición ventajosa y prácticamente entregó la pelota a Nacho Miras. Su homólogo en la portería de enfrente lo tuvo más difícil a la media hora, cuando repelió dos remates, uno de cabeza y otro casi a bocajarro, de Gerard Oliva. Una acción nacida a balón parado, de la primera amarilla de la tarde (Mario Barco).

Se envalentonó la Balona, sobre todo por la profundidad de Josué Dorrio, que trastornó a los orelluts. Con todo, el broche al primer tiempo, ya en la prolongación, corrió a cargo del hombre más adelantado del Castellón. El latigazo abajo de Mario Barco no significó el 0-1 sencillamente porque el meta local demostró su valía.

Todo se tuerce

El equilibrio saltó por lo aires en el minuto 54. Álvaro Campos pudo abortar el remate de Antoñito González, aunque no el mucho más cercano y ventajoso de Aly Coulibaly, que encima dio en Edu Luna para convertirlo en imparable.

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La adversidad se multiplicó cuando Mario Marco cayó en la trampa de Fran Morante, en el habitual forcejeo entre central y delantero. El navarro dejaba al Castellón con 10, no hay forma de decirlo más suavemente.

La media hora final fue un continuo partido interruptus, con infinidad de cambios, jugadores de la Balona por los suelos. Imposible enchufarse. Pablo Hernández era el más vivo ejemplo. Con el Mago sin chistera, las ocasiones menudearon. Muy clara la de Borja Martínez (¡qué mal remató!), forzadas las de Juanto Ortuño. El encuentro murió con Álvaro Campos cabeceando el postrero córner, pero La Línea de la Concepción (cuatro visitas, cuatro derrotas) es territorio vedado para el Castellón.