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Surf

"Un amigo mío murió por un ataque de tiburón: decidí cambiar de vida": la historia de Amaury Lavernhe

El campeón del mundo de body, que cambió Isla Reunión por Canarias tras el ataque de un tiburón, se rinde a Asturias: “Es espectacular”

Amaury Lavernhe deslizándose sobre una ola en Gran Canaria.

La vida del campeón del mundo de bodyboard Amaury Lavernhe (Poitiers, Francia, 1985) es un ida y vuelta continuo. De Poitiers a Isla Reunión. De ahí, de vuelta a Francia. Luego, otra vez a Reunión. Después, Canarias. Y vuelta a la isla francesa. Y ahora, Canarias (¿definitivamente?), con parada incluida en Asturias el pasado fin de semana.

Amaury Lavernhe, el pasado fin de semana en Salinas. X. F.

“La verdad es que no he parado, pero ahora tengo mujer y dos hijas y estoy feliz”, explica Lavernhe, que gestiona una escuela de bodyboard y estuvo en el Principado impartiendo clases de una disciplina que en Asturias es muy minoritaria y desconocida. Tiene amplias diferencias con el surf convencional. “Se trata de deslizarse en las olas con una tabla de corcho y aletas. Hay varias modalidades: acostado, de rodillas o de pie”, resume el galo, que cuenta sus vivencias desde Salinas.

La prolífica historia de amor de Lavernhe con el bodyboard empezó con un drama familiar. Su padre falleció cuando él tenía solo 3 años. “Cambiamos de vida por la muerte de mi padre y nos fuimos a Isla Reunión. Primero estuvimos en Martinica, pero a mi madre (periodista) no le convenció. Yo me crié en el campo, pero en Reunión descubrí el mar y el mundo del surf y el body”.

En Reunión, este deporte de las olas es prácticamente como una religión. “Los campeones allí son estrellas y mis dioses del momento se dedicaban al body. Allí es un deporte muy estructurado. Empecé a hacerlo tres veces a la semana y con 9 años ya estaba compitiendo”.

Lavernhe no olvidó los estudios, pero le costaba. “Volví a Francia y quise hacer fisioterapia, pero me pareció duro y quería seguir con el body. Regresé a Reunión y empecé a estudiar Educación Física mientras lo compaginaba con la tabla. Si tenía un campeonato cambiaba la fecha de los exámenes”. El deportista tomó entonces una decisión que a su familia le chocó: dejó los estudios por la tabla. Y funcionó. Quedó campeón del mundo en 2010. En el aeropuerto de Reunión había una muchedumbre esperándole tras aquel triunfo en Portugal. De aquellas Lavernhe ganaba 50.000 euros al año.

Todo era perfecto, hasta que apareció un enemigo con aletas. “En 2011, un gran amigo mío murió por un ataque de tiburón haciendo body. No encontraron el cadáver”.

El fallecido era Mathieu Schiller, campeón de body e ídolo de la infancia de Lavernhe. La gestión de los ataques de tiburón en Reunión es un asunto de primer nivel político y de mucha controversia en la isla francesa. Lavernhe, harto, decidió emigrar a Canarias. Y una vez allí, en Gran Canaria, conoció a su actual pareja. Años después regresó con ella a Reunión, donde otro ataque de tiburón le alejó definitivamente de una isla que marcó su carácter. Se compró una casa en Canarias, tiene dos hijos, de 4 y 8 años, y abrió su academia. Cada poco va por diferentes puntos del mundo a impartir clases.

Ahora tengo una nueva vida, soy feliz porque hago lo que me gusta. Cuando el tiempo me lo permite puedo ir a campeonatos. Mis abuelos me siguen por internet”, dice desde Salinas, maravillado por el paisaje asturiano. “El body es minoritario aquí, pero estamos en camino de hacerlo conocido. Estuve en Xagó, en Bayas y en Gijón. Nos tenemos que adaptar a las mareas. Por Asturias solo había estado de paseo hace muchos años y el paisaje es espectacular, nada que ver con Canarias, que es mucho más seco”, concluye Lavernhe. Recalca que, como siempre ha hecho en su vida, volverá.

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