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La crónica | El Castellón salva un empate en inferioridad numérica

El Nàstic iguala, tras la expulsión de Dani Torres, el tanto inicial de César en Castalia (1-1)

Imagen del encuentro disputado en el Estadio Nuevo Castalia entre el CD Castellón y el Gimnàstic.

El Castellón se pegó un tiro en el pie, pero salvó un empate –cojeando- en inferioridad. La expulsión de Dani Torres en la segunda parte, cuando los albinegros ganaban 1-0 al Nàstic, condicionó el desenlace de un duelo retorcido y parejo. En una jugada de estrategia, César Díaz había adelantado los locales nada más comenzar, pero Edgar empató en el 70, clausurando la fiesta en Castalia y castigando la torpeza catedralicia de Torres, veterano centrocampista local.

Antes de empezar ya hubo notición: “No juega Pablo”. Una frase sencilla sacudió la previa en los aledaños de Castalia. No juega Pablo: emoji con la carita triste. No juega Pablo: emoji con el mono tapándose la cara. No juega Pablo: emoji azulón del pánico. No juega Pablo: tres palabras simples fueron saltando de móvil a móvil, de grupo de WhatsApp a grupo de WhatsApp, de boca en boca mezclando preocupación y curiosidad sana. Preocupación, porque el Castellón perdía a última hora a Pablo Hernández, su mejor jugador, por dolencia muscular; y curiosidad, por observar cómo reordenaba las piezas el entrenador Sergi Escobar, y cómo respondía el equipo a la adversidad.

Porque no jugaba Pablo Hernández, pero debían jugar los demás.

Para suplir el vacío que dejó Pablo --el talento natural-, la pelota parada era una de las primeras soluciones que asomaban en el manual –la obra colectiva-. En Castalia se dio una de esas extrañas situaciones, casi un milagro en el fútbol: la teoría se convierte en práctica y el pensamiento en realidad. Fue muy pronto, además. En el minuto 4, Dani Torres ganó a la sombra de Tribuna una falta lateral.

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Salva Ruiz la enroscó a pie cambiado, Sibille la descolgó y César Díaz embocó el gol en área pequeña. Salió tan bien que pareció fácil. Salió tan bien que si no estaba ensayado no importa, porque nos lo creemos igual.

Pero no hay nada fácil para el Castellón desde que sabemos que existe el Castellón, y esta tarde tampoco. Los goles madrugadores, con todo el partido por delante, suelen inducir a la trampa. Aprovechando la inercia del 1-0, los albinegros dominaron el comienzo, ganando multitud de duelos individuales, y con Kone en el flanco en plan protagonista. Tiene el zurdo una arrancada demoledora en corto, que parece una motillo quemando rueda en una carrera ilegal. Trituró al visitante Pol en un par de ellas, pero no acertó después en el pase final.

El sustituto de Pablo en el enganche fue Esquerdo, un zurdo de elegancia plástica que aseó un buen número de pelotas, algo tímido sin embargo a la hora de decantar la jugada. Entre ‘uys’ y ‘casis’ se le escurrió al Castellón ese buen tramo, con ventaja en el marcador, pero muy lejos de sentenciar. En un mundo aparte flotaba Ortuño, el punta titular. Tuvo dos opciones para el 2-0: primero robó la bola al último defensa pero le faltó fuelle para definir a campo abierto, en el minuto 19; y luego el meta Manu le tapó el ángulo después de una maniobra individual, en el 33. Ortuño juega su partido al margen, un cúmulo de batallas en su cabeza. Se desespera, desespera, desconecta y vuelve a conectar. A Castalia a veces le cuesta de tragar.

Entre una historieta y otra, el Nàstic fue mejorando. Creció a través de un par de posesiones largas y probó a Álvaro Campos en un par de disparos lejanos, uno de Joan Oriol y otro de Bonilla. En las curvas finales del primer acto, la brisa del partido viró, al tiempo que uno de los innumerables sabios de Tribuna apuntó: “Si nos empaten, perdem”. (Spoiler, al final, no).

El segundo tiempo arrancó pastoso y así se quedó. El Castellón pasó del enredo de los cambios y las lesiones -cayó Esquerdo- al empastre serio con la expulsión de Dani Torres, que soltó el codo a destiempo teniendo ya cartulina amarilla. La torpeza salió cara: el Nàstic acentuó su rol dominador y desarboló la resistencia albinegra en el minuto 70, cuando Edgar batió por bajo a Álvaro culminando una gran combinación.

El 1-1 activó viejas rencillas porque no en vano se jugaba algo similar a un derbi. Hubo tangana, amarillas, bronca variada, simulaciones y pérdidas de tiempo: lo normal. El Nàstic acumuló hombres de ataque y el Castellón, en inferioridad, se aferró al verde con músculo y pulmón. La pirotecnia amenazaba con reventar el tiempo de añadido –nueve minutos-, donde los albinegros se vinieron arriba para bracear con orgullo hasta campo rival, pero ni en el área visitante ni en la local, con dos córners del Nàstic en el 99, hubo traca final.

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