Crece sin bridas el caso Peng Shuai hasta salpicar a la diplomacia y el deporte, con la Asociación de Tenis Femenino (WTA) y el Comité Olímpico Internacional (COI) en bandos opuestos y la tenista china en medio de la tormenta, desatendidos sus ruegos de calma y utilizada para estimular el boicoteo a los inminentes Juegos invernales de Pekín.

China atacó la retirada que había anunciado el día anterior la WTA. El Ministerio de Exteriores criticó la politización del deporte y derivó el fragor a la prensa nacional. El diario Global Times acusó a la WTA de “coaccionar a Peng Shuai para que apoye los ataques desde Occidente al sistema chino”. “Están privando su libertad de expresión y forzándola a que la descripción de sus hechos se ajuste a sus expectativas”, continuó. El matutino denuncia los espurios intereses de la campaña, tilda a sus autores de traidores del espíritu olímpico y los acusan de manchar el tenis con la política.

El escándalo nació con la revelación en las redes sociales de que Peng había sido la amante del ex viceprimer ministro Zhang Gaoli. Su escrito describía los altibajos de la relación extramarital durante una década y las presiones recibidas en una ocasión para mantener relaciones sexuales. Estaba justificada la inquietud por Peng mientras no daba noticias. También eran comprensibles las exigencias de una aparición pública cuando sólo la prensa nacional la mostraba en actividades cotidianas para desmentir su desaparición. Es más dudoso que lo sigan siendo después de que mantuviera una charla de media hora por video con Thomas Bach, presidente del COI, en la que dijo sentirse bien, negó la agresión sexual y pidió privacidad para recuperarse en calma con amigos y familiares. No es una petición incomprensible si viene de una persona que ha encadenado una ruptura demoledora y el protagonismo involuntario de los titulares globales.

Apoyo de Navratilova y Djokovic

La WTA, sin embargo, ha considerado como insuficientes las evidencias y solicitado una investigación independiente. “No veo cómo puedo pedirles a nuestras deportistas que compitan allí cuando a Peng Shuai no se le permite comunicarse libremente y aparentemente ha sido presionada para contradecir su acusación de agresión sexual”, explicó ayer su presidente, Steve Simon. En consecuencia, añadió, su asociación se retiraba de China. La medida fue aplaudida por estrellas del gremio como Martina Navratilova, Billie Jean King o Novak Djokovic.

“Los principios se anteponen al negocio”, había aclarado Simon. El negocio al que renuncia es escaso. La WTA desembarcó en China tras los JJOO de 2008 en Pekín y el éxito de la tenista local Li Na aceitó su expansión. Organizaba nueve torneos anuales, incluido un contrato de una década para la Copa de Maestras. La pandemia derribó el castillo. No se ha jugado un torneo en los dos últimos años, tampoco están previstos los del próximo y el estricto cierre de fronteras desaconseja el optimismo.

El COI achica agua a dos meses de que prenda el pebetero. Algunos lo han acusado de complicidad con los desmanes del régimen chino por aquella videoconferencia con la que buscaba la prueba del bienestar de Peng que el mundo demandaba. La organización ha hablado de nuevo con ella tras la decisión de la WTA y emitido un comunicado. “Hay diferentes maneras de comprobar su estado y seguridad. Nosotros hemos optado por un enfoque humano y basado en la persona”, aclara.