El partido iba a velocidad súper lenta con dominio casi tiránico del PSG. Y a Messi, acostumbrado a ir toda la vida muy deprisa, sintiéndose aún un cuerpo extraño en París, también se le vio lento. No era una falsa impresión porque está donde no querría estar. Entró poco a poco en el partido sin poder seguir el descomunal rastro que proyectó Mbappé, quien dejó un inacabable catálogo de gestos técnicos que asustaban a Florentino Pérez, situado en el palco del Parque de los Príncipes junto a Al-Khelaïfi, quien dejó dicho que la relación con el Madrid es inexistente. Normal. 

"No lo escondo, casi no tenemos relación con el Madrid. No voy a recordar lo que pasó. Yo creo en el fútbol asequible para los clubs pequeños, ellos no piensan lo mismo", dijo el presidente del PSG a Canal + Francia, dolido porque se quiere llevar a Mbappé ("es el mejor jugador de Europa", afirmó Ancelotti tras el 1-0) gratis dentro de cinco meses, mientras Leo, que estaba sin peso alguno en la lluviosa noche parisina, topó a la hora de partido con el momento perfecto.

Un penalti claro de Carvajal a Mbappé le servía la ocasión adecuada. Pero Messi, en su versión más terrenal, esa que le persigue desde que cambió de camiseta abandonando muy a su pesar la del Barça, lanzó sin demasiada precisión desde los 11 metros. Courtois, el muro con el que se había estrellado previamente Mbappé, ejerció idéntica función con el exazulgrana. Tiró Messi el penalti a la izquierda del meta belga y este, de forma felina, estiró su mano izquierda para despejar ese balón que frustró al astro argentino.

Se tuvo que ir a París para noches así. Para ganar la Champions, un título que se le resiste desde hace casi siete años, desde Berlín-2015. Y ese penalti era el atajo más directo para reconciliarse en Europa tras temporadas deprimentes. Pero falló. "Habíamos estudiado bastantes penaltis de Messi. Tanto en el Barça como aquí. Había tirado tres a la derecha, todos cruzados, luego he jugado junto a la línea. Tuve un poco de suerte que tirara ahí", admitió Courtois. 

Casemiro y Mendy, bajas 

Entonces, como era normal en el Barça, Messi se enrabietó. Lanzó una falta que salió junto al poste derecho, un par de regates con cierto aire messiánico, pero que no lo llegaron a serlo, y una asistencia soberbia a Neymar que no terminó en gol. Aunque quedaba la última bala de Mbappé, que demostró que el cambio en la jerarquía mundial ya se ha establecido. Está por delante de todos, hasta de Messi, quien descubrió, muy a su pesar, que no fue, ni mucho menos, el mejor de la noche parisina.

"No, no tengo decidido mi futuro. Soy jugador del Paris SG. Hemos sufrido mucho y ahora tenemos que ser listos en el Bernabéu. Ha sido un sueño que el estadio coreara mi nombre", afirmó el francés en la noche en que el Madrid supo que no tendrá en la vuelta por sanción ni a Casemiro ni a Mendy en el Bernabéu.