Si hubiese que trazar el perfil mayoritario de los dirigentes deportivos de Occidente, dos características se impondrían sobre cualquier otra: hombre de raza blanca. Ocurre así con presidentes de clubes, federaciones y otros organismos y con los entrenadores y directores deportivos de la mayoría de los clubes en deportes de equipo, incluyendo las categorías femeninas. Así lo recoge El Periódico de España.

En materia de género, bastan unos pocos datos para observar la gigantesca brecha que existe todavía: solo dos de las 66 federaciones deportivas españolas están presididas por mujeres; solo seis han estado al frente de un club de la Primera División de fútbol en toda la historia; solo tres han presidido alguna vez un club de la Liga ACB de baloncesto. Nunca ha habido una entrenadora en ninguna de las dos ligas.

En cuanto a la diversidad racial, prácticamente las únicas excepciones son aquellas en las que la propiedad de clubes es extranjera, como ocurre actualmente con el Valencia o el Espanyol. En las cinco grandes ligas del fútbol europeo, solo hay dos entrenadores que no sean hombres blancos: Patrick Vieira en el Crystal Palace inglés y Antoine Kombouaré en el Nantes francés.

El deporte de alto nivel, en definitiva, tiene todavía muy pendiente el reto de reflejar en sus cuadros de mando, tanto técnicos como ejecutivos, la diversidad de género y racial que existe en la sociedad, un problema que no solo afecta a España, sino que es común a la mayoría de los países de Occidente.

Ley del deporte

La tendencia en Europa en los últimos años, en lo relativo al género, es buscar la integración de la mujer en los cuadro de mando del deporte mediante la legislación. En España, la reforma de la Ley del Deporte que se está tramitando en el Congreso y que debería ser aprobada antes de verano, consagra la paridad en las directivas de las federaciones, al igual que ocurre ya con otros ámbitos como la política.

Lo hace sometiendo su estructura a la Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres aprobada en 2007 que establece una "composición equilibrada" en la que "las personas de cada sexo no superen el 60% ni sean menos del 40%".

El problema de esta política de cuotas es que facilita y promueve una mayor presencia de mujeres en los ámbitos directivos del deporte desde el punto de vista cuantitativo, pero no del cualitativo. Es decir, que en muchas ocasiones las mujeres tienden a ocupar los cargos de menor responsabilidad o capacidad de decisión dentro de estos organismos.

"Yo era contraria a las cuotas, porque no quería pensar que llegábamos a un puesto por ser mujeres, por nuestro género, sino por nuestra valía. Pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que hay que darle un empujón a la paridad para que eso suceda y si no es mandatorio al final no se da", reflexiona Theresa Zabell, presidenta de la Asociación Española de Mujer, Ejecutivas y Deporte (AEMED).

"En este punto -continúa la doble campeona olímpica de vela-, las cuotas son necesarias para que dentro de unos años ya no lo sean. Una vez que las mujeres empiecen a estar ahí con frecuencia, se generará un efecto-llamada para otras mujeres. Cuando una mujer llega y lo hace bien, otras pensarán que ellas también pueden. Es algo que hemos visto en otros ámbitos, antes no estaba normalizado compartir familia y trabajo, por ejemplo. Vamos a empezar a ver que podemos presentarnos a ese tipo de puestos".

Cuando las mujeres empiecen a estar con frecuencia en puestos directivos, se generará un efecto-llamada para otras

AEMED, no obstante, reenfoca la manera de abordar la búsqueda de la necesaria paridad en los órganos de decisión del deporte. El jueves, en una jornada organizada por LaLiga, esta asociación compartió un informe que recoge que solo el 13% de los estudiantes de másteres de gestión deportiva son mujeres.

"La mayoría de estos estudios son privados, por lo que no les podemos exigir unas cuotas en su alumnado. En una primera fase debemos buscar chicas que puedan estar interesadas en este tipo de estudios y darles facilidades mediante becas o mecanismos similares. Y debemos favorecer que las deportistas se vayan formando conforme se aproxima el final de sus carreras, para que tengan una continuidad dentro del deporte en otro rol", añade Zabell.

El caso de la NFL

Al otro lado del Atlántico, la NFL lleva años tratando de solucionar una anomalía con obvios tintes racistas. Los jugadores negros suponen alrededor del 70% del total de la liga, pero en los banquillos el porcentaje es significativamente menor. En la actualidad, solo hay tres 'head coach' de raza negra de un total de 32: Mike Tomlin (Pittsburgh Steelers), Lovie Smith (Houston Texas) y el recientemente nombrado Todd Bowles (Tampa Bay Buccaners).

Este dato refleja el fracaso de la llamada Rooney Rule, una norma implantada en 2003 para fomentar la diversidad racial y de género en los cuadros directivos y técnicos de los equipos de fútbol americano. Durante años, esta regla ha obligado a los equipos a integrar en sus procesos de selección a mujeres y personas de minorías étnicas, pero si más exigencia que realizar dos entrevistas.

"La realidad es que en la mayoría de casos se ha convertido en un mero trámite que los equipos tienen que superar para acabar contratando al ejecutivo o al entrenador que realmente quieran. La NFL va a mejor en este ámbito, pero es muy chapada a la antigua. El 95% de los dueños procede de familias católicasblancas conservadoras y así es difícil que en puestos de poder haya gente de raza negra", apunta Rubén Ibeas, especialista en NFL y comentarista de Movistar+.

El 95% de los dueños de la NFL procede de familias católicas, blancas y conservadoras; así es difícil

La norma se ha modificado esta misma semana para tratar de ser más efectiva. A partir de ahora, cada equipo estará obligado a tener a un técnico mujer o de una minoría étnica en su equipo y la NFL se compromete a pagar su salario durante un tiempo.

"Y está muy bien -valora Ibeas-, pero la obligación tiene que ir más allá, porque lo que ocurrirá en muchos casos será que se les contrate por cumplir el trámite y se les asigne un rol muy residual en los equipos técnicos. Tampoco puedes obligarles a contratar a un entrenador que no quieran, pero no es la solución definitiva".