Javier Abad (la Vall d’Uixó, 1964) lleva casi tres décadas en Mediterráneo, donde en la actualidad es redactor jefe. Publica en la editorial Trencatimons la biografía deportiva del ciclista de la Vall d’Uixó Eduardo Castelló, que ha titulado Eduardo, Castelló, Mosca i ningú més. El 5 de mayo la presenta en el Menador Espai Cultural (19.00 h.) de la capital de la Plana.

—¿Por qué un libro sobre la figura de Eduardo Castelló?

—Castelló es el mejor ciclista que ha tenido esta provincia. Un deportista que en sus años en activo llevó el nombre de Castellón con orgullo por todas y cada una de las carreteras españolas y europeas en carreras como la Vuelta a España o el Tour de Francia. Y creo que se merecía tener una biografía de sus andanzas ciclistas.

—¿De dónde parte la idea del libro?

—Mi padre era un gran aficionado al ciclismo, amigo íntimo, un fiel seguidor de Eduardo Castelló y durante toda su carrera deportiva fue recopilando recortes de periódicos de las pruebas donde participaba. Una vez jubilado, los ordenó y los fue pegando uno a uno en cuatro volúmenes que tituló Recuerdos de un Campeón. Cuando falleció Castelló, en octubre del 2020, pensé que era un buen momento para rendirle homenaje a él y también a mi padre. Tomé como base aquellos cuatro tomos y me dediqué a buscar más información en hemerotecas de periódicos a la vez que contacté personalmente con ciclistas que coincidieron con Castelló, hasta que vi que tenía información suficiente para escribir el libro.

Abad llenó el Centre Cultural Palau de Vivel de la Vall en la presentación de su libro sobre Eduardo Castelló. MÒNICA MIRA

—Un libro de 400 páginas. ¿Da para tanto la vida deportiva de Eduardo Castelló? 

—Sí. Y me he quedado corto. Ahí se cuenta todo. Desde su infancia en aquella Vall d’Uixó de posguerra, para adentrarnos en 1958 cuando empezó a competir, hasta 1973 cuando dejó de dar pedales, para acabar en 1975 cuando asumió la presidencia de la Federación Castellonense de Ciclismo.

—¿Cómo fueron sus inicios?

—A finales de los años cincuenta había pocos vehículos a motor y su padre era carretero. Eduardo, desde muy jovencito, iba por los pueblos de alrededor de la Vall d’Uixó con una bici a cobrar las facturas de los carros que hacía su padre. Y le entró afición. En 1957 pasaba por la Vall la carrera Villarreal-Teruel-Villarreal y se pegó a rueda del pelotón y vio que podía seguir sin grandes dificultades. Y de ahí, a tomárselo más en serio. En 1958 se proclamó campeón provincial de montaña; y en 1960 Campeón de España de Educación y Descanso para aficionados. Su carrera fue a partir de entonces imparable hasta llegar al profesionalismo con el equipo valenciano del Ferrys. Después siguió con el Kas, Licor Karpy y acabó en Portugal con el Louletano.

—Durante sus nueve años de ciclista profesional, ¿cuáles fueron sus mayores logros?

—Corrió ocho Vueltas a España, tres Tours de Francia, dos mundiales, Dauphiné Libéré, París-Niza, País Vasco, Volta a Cataluña, Milán-San Remo… pero su mayor victoria fue el Campeonato de España de 1971. También la etapa reina de la Vuelta del 68, la victoria y récord de la Subida Arrate en 1967 o el Critérium Europeo de Montaña de 1969.

Abad junto a la alcaldesa de la Vall y diputada de Deportes, Tania Baños, y la periodista y presentadora del acto, Mònica Mira. MEDITERRÁNEO

—Coincidiría con grandes ciclistas.

—Así es. Bahamontes, Anquetil, Gimondi, Merckx, Ocaña… los mejores de aquellos años y que marcaron toda una época.  

—¿Cómo era el ciclismo de entonces?

—Nada que ver con lo que conocemos ahora. El término de esforzados de la ruta se acuñó en aquellos años de ciclismo muy precario… la preparación, la ropa, las comidas, un material que pesaba un mundo, carreteras semiasfaltadas… Ahora, se sufre igual encima de la bicicleta, pero las condiciones son mucho mejores, como no podía ser de otra manera.  

—Habrá múltiples anécdotas.

—Por su carácter tan abierto, Mosqueta, como así le conocían en el pelotón, siempre estaba de buen humor y era una fuente inagotable de chistes en esos momentos de distensión que permitía la carrera. La otra cara de ese carácter era el genio tan marcado que tenía. Siempre iba de cara y eso le acarreó algún que otro problema. No se callaba nada. 

—Quizá por ese carácter no tiene un palmarés mucho más amplio.

—En efecto. Hubiera podido ganar más carreras y, por qué no, la Vuelta a España. Tenía clase para dar y tomar, pero no era ambicioso y también le tocó muchas veces remar para los demás. A la vez, tenía días de cal y de arena. Era capaz de lo mejor y de lo peor. Como en la Vuelta de 1971 que en la etapa que finalizaba en Salou se puso segundo en la general y al día siguiente perdió cinco minutos.

Javier Abad junto a la viuda de Eduardo Castelló y la reina de las fiestas de Sant Vicent, pues la presentación se incluyó en el programa de actos. MEDITERRÁNEO

—En 1973 acabó su carrera deportiva y no fue precisamente por voluntad propia.

—Castelló acabó la temporada de 1972 como uno de los mejores ciclistas de España, pero la firma alavesa Licor Karpy decidió dejar de patrocinar un equipo ciclista, por lo que se quedó sin equipo para 1973. Llegó una oferta de Portugal como corredor y director del Louletano, un equipo muy modesto. Para la Vuelta a España el Coelima-Benfica portugués se interesó por sus servicios. Eduardo siempre tuvo problemas de bronquios asociados con alergias y desde 1967 tomaba un medicamento que le recetó el doctor barcelonés Coll Colomé. Pasó muchos controles antidoping sin ningún tipo de problema porque le amparaba el documento del médico, hasta que llegó la Vuelta de 1973. En un control en la tercera etapa la Federación Española no respetó ese documento médico. Le apartaron de la Vuelta y le sancionaron con cuatro meses sin competir. Eso supuso el final de su carrera deportiva.

—Y después, primer presidente de la Federación Castellonense de Ciclismo. 

--En 1975, la Federación Española de Ciclismo autorizó las federaciones provinciales y Castellón se sumó a la iniciativa para independizarse de Valencia. Había tres candidatos para el puesto y en la votación ganó Castelló. La primera decisión que tomó fue crear la Escuela Castellonense de Ciclismo, pionera en España. En los 7 años que estuvo al frente de la federación consiguió que fuera la segunda más grande de España, por detrás de Vizcaya, en número de carreras y de triunfos a nivel nacional de corredores de Castellón. Llegaron al extremo de tener que organizar carreras por la tarde-noche de tantas solicitudes que tenían de los pueblos. Sonaba más el nombre de Castellón que el de Valencia y la Federación Valenciana no lo podía permitir. Por eso maniobraron para aglutinar de nuevo a las tres federaciones en una sola liderada por Valencia. Y ahí acabó su andadura más institucional.