A ocho días de Roland Garrosla alarma se ha disparado para Rafael Nadal. La lesión crónica del escafoides de su pie izquierdo vuelve a atormentarle en el peor momento de la temporada ante el reto de morder el 22 Grand Slam de su carrera, sobre esa tierra en la que, desde que ganó en el 2005, siempre ha sido el gran favorito y lo ha confirmado con 13 títulos, hasta el momento.

Después de marcharse cojo del Foro Itálico tras caer ante Dennis Shapovalov en octavos de final (1-6, 7-5, 6-2), la pregunta a hacerse ahora, ya no es ¿Si volverá a ganar en París?, si no ¿Si podrá participar en Roland Garros?. 

Aunque según advirtió renunciar a París no entra en sus planes a pesar del maldito dolor en el pie. «Mi cabeza sigue preparada para asumir el reto. ¿Qué puede pasar en los próximos días?, no lo sé. Lo que puede pasar en una semana, realmente no lo sé ahora», decía Nadal, confiado en salvar el mal momento.

Maldita lesión

«Sigo creyendo que voy a tener mis opciones. Solo tengo que conseguir que mis pies me permitan jugar. Hay que mirar hacia adelante. He visto cosas positivas», decía sobre sus sensaciones en la pista ante Shapovalov, donde realizó un primer set impecable hasta que empezó a molestarle el pie. 

De momento toca de volver a Manacor, pasar una enésima revisión, descansar y recuperarse de maldito síndrome de Muller-Weiss que ha amenazado su carrera desde sus inicios, que ha conseguido controlar milagrosamente durante tantos años, pero ahora, a punto de cumplir 36 años, le tortura de dolor y hace temer lo peor para su futuro deportivo.

 La temporada pasada la lesión le obligó a parar seis meses. Jugó su último partido en agosto y pasó por el quirófano para intentar buscar soluciones. Y después Nadal reapareció de forma espectacular para ganar el Open de Australia y encadenó una racha de cuatro títulos, antes de que una fisura en las costillas en Indian Wells, le parara en seco, aunque su pie parecía que había aguantado.

Forzar la máquina

Nadal no pudo preparar la gira de tierra como tenía planeado. Se perdió Montecarlo y Barcelona y quiso volver en Madrid para recuperar el tiempo. «Voy a contrarreloj» decía, consciente de la necesidad de coger ritmo y sumar minutos en pista. Quizás forzó la máquina. Quizás habría sido mejor seguir entrenando y jugar solo en Roma. No se sabe. Lo único cierto en que Nadal llegará a Roland Garros con apenas cinco partidos jugados en tierra. Nunca antes en toda su carrera habrá llegado tan corto de preparación.

"Tengo lo que tengo. No estoy lesionado, vivo con una lesión. Es lo que hay. Si no tomo antinflamatorios voy cojo", explicaba ante una situación que no le permite controlar ni el futuro más inmediato. "Llegará un día en el que mi cabeza me diga basta. Yo juego para ser feliz, pero claro, el dolor te quita la felicidad, y no ya para jugar sino para vivir".

Número 5 en París

Si, como está decidido, va a jugar en Roland Garros, su participación se complicará un poco más ya que la derrota en Roma, donde defendía el título, le relega al puesto número 5 mundial, superado por Stefanos Tsitsipas

Una situación que quería evitar a toda costa para no cruzarse con los cuatro primeros al menos hasta la semifinales de Roland Garros. Ahora en el sorteo del cuadro el próximo jueves le puede tocar cruzarse en cuartos con Djokovic (1), Medvedev (2), Zverev (3) y Tsitsipas (4). La única ventaja de ese cambio será que, en contrapartida, evitará cruzarse con Carlos Alcaraz (6), al menos hasta semifinales.