Su estatua en acero inoxidable que preside la entrada de Roland Garros, de tres metros de alto, realizada por Jordi Díez en Chicago, representando un vuelo eterno, el deseo de Rafael Nadal. Un vuelo eterno que sabe acabará un día, cada vez más cercano, por razón de edad, pero al que la lesión crónica en su pie izquierdo está acortando el tiempo.

El síndrome de Weis Muller, la enfermedad degenerativa que provoca el dolor crónico en el pie, ha sido una amenaza invisible que Nadal arrastra desde que en 2004 se rompió el escafoides. Entonces los médicos ya le advirtieron que su carrera profesional como tenista estaba en peligro. Se negó a aceptarlo. Unas plantillas especiales le permitieron seguir jugando, aunque no pudo evitar que la lesión “de ahí abajo” –como dice él— repercutiera en su cuerpo, especialmente en sus rodillas que han sido también un talón de Aquiles a su carrera.

Primera renuncia

Y ahora, 17 años después de ganar su primer Roland Garros, esa mini necrosis en el pie se ha despertado para atormentarle de nuevo. No quiso decir nada de esas molestia cuándo, el año pasado, perdió en las semifinales de Roland Garros ante Novak Djokovic, pero seis días después anunciaba su renuncia a jugar en Wimbledon y los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. “Después de escuchar mi cuerpo y hablar con mi equipo, creo que es la decisión correcta", anunció en las redes el 17 de junio. Confiaba que el parón le permitiría encarar mejor su asalto al Abierto de Estados Unidos.

No fue así. El dolor en su pie siguió acosándole. Intentó probar su regreso en el torneo de Washington, en agosto. Ganó a Jack Sock, pero cayó en el segundo partido ante Lloyd Harris. “Llevo muchos meses teniendo problemas en el pie, con un dolor que no me dejaba entrenar la mayoría de días”, explicó para anunciar que ponía fin a la temporada. Y semanas después, en septiembre, se sometía a una pequeña intervención quirúrgica para realizar un tratamiento más agresivo sobre su pie. Nadal publicaba en las redes sociales una foto en muletas saliendo de la clínica del doctor Ángel Ruiz Cotorro en Barcelona.

 32 partidos en un año

Desde su renuncia a Wimbledon, Nadal solo había jugado hasta llegar Roland Garros 8 torneos y 32 partidos en apenas un año. En ese periodo ha conquistado tres títulos, entre ellos el Open de Australia. Fue en Melbourne donde reapareció con un triunfo que ni él mismo esperaba. Se marchó de Manacor el 29 de noviembre, sin saber cómo aguantaría su pie. “Hace un mes y medio no sabía si volvería a jugar al tenis a nivel profesional. Estaba en la cama destrozado”, explicaría después de conquistar el 21 Grand Slam tras ganar a Daniil Medvedev en la final, remontando cinco sets.

Un triunfo inesperado. “Ganar Australia fue sorpresa para mí. Llegué a Melbourne con una preparación mala, después de muchos meses sin poder competir”, recordaba estos días en Roland Garros, Nadal.

 Las soluciones aplicadas tanto en su maltrecho pie como en el trabajo del día a día funcionaron y Nadal tuvo una racha victoriosa hasta la final de Indian Wells, cuando sufrió la fisura de las costillas. De golpe tenía que parar. Interrumpir el trabajo cuando su pie aguantaba. Seis semanas que le impidieron preparar su gran objetivo que era Roland Garros. Por primera vez llegaba a París sin ganar ningún torneo de tierra, con solo cinco partidos y la alarma en Roma de donde se marchó de nuevo cojo.

¿El último Roland Garros? 

Fue un golpe. "Volvíamos a empezar prácticamente de cero y después de una lesión como la que tiene", recuerda Moyà. Otra vez a contrarreloj, buscando soluciones a ese pie que no se encuentran de momento. Entrenamientos específicos, más cortos pero más intensos, antiinflamatorios, anestesia de la zona afectada, como se hizo en Australia permitieron el pequeño milagro. Pero Nadal advierte: "Hay que asumir las limitaciones actuales".

 "No estoy lesionado, vivo con una lesión. Llevo tres meses sin poder casi entrenar. Tengo lo que tengo y no se va a solucionar. Es increíble que pueda seguir compitiendo”, explicaba. Incluso decía que podía “jugar su último Roland Garros”, aunque eso era más una presión para evitar que le hicieran jugar contra Djokovic en la jornada nocturna.

Un pie nuevo

No pudo cambiar la decisión de la organización del torneo que quería el duelo con el número 1 serbio en ‘prime time’. Pero en ese partido no mostró los problemas físicos que le atormentan. Fue una exhibición de tenis y de fuerza física que incluso sorprendió a Djokovic y le dejó K.O. rompiendo su objetivo de conquistar el 21 Grand Slam para igualar el récord de Nadal.

Rafa Nadal.

No solo eso. Djokovic le abría la puerta a su gran rival para que optara al 22º. “Cada partido que salva es casi una transformación en un nuevo jugador”, decía admirado Moyà.

Nadal se transforma y el milagro continúa por su gran pasión por el tenis. Asume su dolor con total abnegación en el sacrificio y con la humildad de ese chico de 19 años que ya hace mucho tiempo ganó su primer Roland Garros. Estaría dispuesto a cambiar el título por "tener un pie sin dolor", para “ser más feliz en el día a día”, asegura. Nadal no se rinde. “Quiero seguir luchando en la pista, verme entrenado, Ser competitivo”.