Para recordar quedó la etapa de las Tres Cimas de Lavaredo del Giro de 1968 cuando un chico flamenco y delgaducho llamado Eddy Merckx sorprendió a todo el pelotón para comenzar a entrar en la historia como el mejor corredor de todos los tiempos.

Bélgica lleva casi 50 años buscando un relevo a 'El Caníbal'. Tienen a un corredor salvaje, único en su especie y puro espectáculo, que se llama Wout van Aert, pero él nunca ganará el Tour porque no va con su carácter estar 21 días pendiente de los tiempos. Remco Evenepoel es otra cosa, es el chico que iba para estrella del Anderlecht cuando un día tomó la decisión de cambiar el balón por la bicicleta. Es el ciclista que se escapa porque le cuesta ir a rueda. Es un fenómeno de la naturaleza y es tan bueno o mejor, aunque siempre las comparaciones son odiosas, que Tadej Pogacar. Y es, sobre todo, el corredor en el que cree Bélgica como rencarnación ciclista pura y dura del gran Merckx. Desde este jueves, es el líder de la Vuelta tras poner la carrera patas arriba en una etapa para recordar.

Y para recordar en Cantabria, en un desconocido Pico Jano, quedará el ataque del joven ciclista del Quick Step, de 22 años, con un solo corredor entre todos los que disputan la Vuelta consiguiendo aguantarle la rueda, nada menos que un Enric Mas, que ya es tercero de la general, renacido para el ciclismo, ya sin miedo a las bajadas y que por primera vez en su vida dispone de tiempo extra con Primoz Roglic, al que le sacó nada más ni nada menos que 1.21 minutos. Ni en el mejor de los sueños, ni mucho menos en la tercera semana del Tour, el ciclista mallorquín se podía imaginar un panorama tan fantástico en la Vuelta.

"Ya tenía bastante con aguartarle la rueda", confesó Mas cuando le preguntaron por qué no le dio un relevo al fenómeno belga. La respuesta es fácil. Porque no podía y porque ya hizo bastante con subir a su estela. ¿O es que ahora de la noche a la mañana se le pedirá al ciclista mallorquín, golpeado por todas partes, que se convierta en una especie de Jonas Vingegaard?

Seguido por 50 periodistas

Evenepoel puso el motor turbo para entusiasmar a los 51 periodistas belgas que se han apuntado a la Vuelta creyendo en que lo visto en Cantabria era el primer acto en su camino por ganar la carrera, en su ruta para presentarse el año que viene al Tour con etiqueta de favorito. Hasta tuvo a todo un campeón del mundo, Julian Alaphilippe, entregado a su servicio para marcarle la ruta antes de que rompiese la carrera y pusiera en apuros a Roglic como jamás antes nadie lo había hecho en sus tres años anteriores de gloria en la ronda española. Solo un dato para no olvidar. En sus tres victorias anteriores solo tuvo un día de dudas y fue en Formigal, en otra etapa de perros, con frío y niebla como se presentó la tarde en Cantabria. Con sol y buen rollo atmosférico, el ciclista esloveno es otra cosa.

Pero, ahora, por vez primera tiene a un rival que lo puede superar en contrarreloj, el martes que viene en Alicante, y que solo mantiene la duda de qué hará Evenepoel cuando se encadenen varias subidas seguidas como ocurrirá este fin de semana en Asturias.Será entonces cuando se hará el primer análisis serio de la carrera.

Mientras tanto, Evenepoel empieza a marcar la ruta, con todos los rivales, salvo Mas, distanciados. Solo el mallorquín fue capaz de subir a su ritmo. La Vuelta hizo un giro espectacular, el día que ganó fugado Jay Vine. Y en su Bélgica natal ya lo empiezan a ver como el nuevo Merckx al que llevan esperando una eternidad.