Hasta Cistierna, pueblo leonés ciento por ciento, llega el ferrocarril de vía estrecha y desde aquí es posible moverse por todo el norte de España. Los vecinos están orgullosos de este transporte y hasta preparan una olla, rica en sabor y calorías, que bautizan con el nombre del ferrocarril. Hasta Cistierna llegan los fugados con el pueblo entregado, banderas leonesas y españolas, griterío inmenso, el que cautiva a Jesús Herrada, que mueve su tren particular, para conseguir la victoria. Y al esprint.

En un abrir y cerrar de ojos el ciclismo español ha despertado y como se acostumbre a ganar etapas esto será un no parar. Porque con el pie cambiado, en Cistierna, los vecinos solo habrían sido felices al explicar lo grande que fue para ellos que la Vuelta pasase por el pueblo, lástima que ganase un extranjero, como siempre ocurría en la carrera. Dicha amarga y mucho más si se hubiese producido el día en el que los favoritos de la carrera se tomaban un respiro pensando en las dos etapas de montaña que se han programado este fin de semana en Asturias.

Pero aquí estaba, y en la fuga, un mozo de la Cuenca de José Luis Perales, concretamente de Mota del Cuervo, donde hay molinos y buen queso, por donde se dejó ver hace unos cuantos años DonQuijote, y donde dos hermanos José, el mayor, y Jesús, el pequeño, aunque ya tenga 32 años, decidieron hacerse ciclistas profesionales. Jesús creció para ser jefe de filas y José para ayudarlo como gregario. Pasó la pareja por el Movistar antes de fichar por el Cofidis francés. Y fue entonces cuando Jesús se transformó en cazador de etapas. Se olvidó de mirar las clasificaciones generales y buscó siempre una etapa concreta para marcar en rojo, por ejemplo camino de la Cistierna del ferrocarril, metida entre la montaña cántabra y la asturiana, y donde se sabía que todos los aspirantes a la victoria final, desde el líder Remco Evenepoel, se tomarían el día como si fuera de recuperación y hasta no les importaría que se produjera un esprint.

Cabezotas

Pero los fugados, entre ellos Herrada, se pusieron cabezotas: ¿a que no nos pillan? Y por mucho que por detrás los equipos con velocistas creyesen que podía haber un regalo inesperado en tierras leonesas, por delante decidieron que si se habían escapado no era para hacer el primo, sino para jugarse la victoria entre ellos.

"A tres kilómetros vi que no nos pillaban así que decidí resguardar fuerzas para luchar por la victoria de etapa". Herrada apretó y se transformó en velocista para explotar de alegría, llorar y abrazarse al hermano y compañero de equipo cuando cruzó la meta. Ya había ganado otra etapa en 2019 y hasta se había vestido por unos días con el jersey rojo de líder un año antes.

La presión del pelotón

Este sábado le dolerán las piernas en Asturias porque el esfuerzo de aguantar la presión del pelotón es brutal y no solo de músculo sino de cabeza y con el director dando consignas por el 'pinganillo', porque si cinco corredores, como en Cistierna, se tienen que jugar la victoria entre ellos, una vez han confirmado que no los van a coger, entonces el enemigo está en casa, nadie se puede fiar de nadie, no hay traiciones que valgan, porque la gloria solo la recogerá un miembro del quinteto y los cuatro perdedores no saldrán en los papeles.

Por eso lloraba Herrada, porque sabía que había sido el protagonista, el que iba a subir al podio y podría brindar por la victoria a pesar de que este sábado el sufrimiento será terrible por una Asturias que dista mucho de ser plana. Con Soler empezó todo y con Herrada, continuó. Que no pare la fiesta.