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El Tourmalet

El Tourmalet: la mayor estupidez desde que se inventó el ciclismo

El sistema de puntos que condenará a dos equipos al descenso ha creado un desbarajuste en las competiciones como nunca se había visto hasta ahora.

El Tourmalet: la mayor estupidez desde que se inventó el ciclismo. Vincent Jannink

La mayor estupidez desde que se inventó el ciclismo es haber decidido esta temporada que dos equipos del World Tour o la primera división perderían la categoría a final de año; una condena que no solo les obligará el año que viene a acudir a las principales carreras, sobre todo al Tour, por invitación, si es que la consiguen, sino que puede hacerles perder corredores importantes y hasta la salida del patrocinador. Un drama que está originando situaciones de circo incluso en la Vuelta que ahora nos ocupa.

Hasta este año sumar puntos, y aquí viene el sinsentido, era un tema secundario más allá de la ilusión por finalizar el curso ciclista en primera posición y para que el consejo de administración de la firma que ponía el dinero en el equipo triunfador pudiera presumir de que habían apostado por la mejor escuadra ciclista del mundo.

Alineaciones de risa

En esta Vuelta se ha visto a equipos que han presentado una alineación de risa, como el Lotto, que ha preferido llevar a sus caballeros de honor a otras carreras, absolutamente desconocidas, porque en el fondo les otorgaba más puntos que los que podían conseguir con alguna victoria de etapa en la ronda española.

De la Vuelta se han retirado muchos corredores, algunos de ellos talentosos cazadores de etapa, bajo la excusa de que estaban infectados por el covid. Nunca se sabrá, sin una PCR para confirmar el contagio, si se ha aprovechado la picaresca para que luego ese ciclista se apuntase a alguna carrera, prácticamente de solteros contra casados, pero que daba más puntos, por ejemplo, que los que consiguió Remco Evenepoel, líder de la ronda española, al imponerse en la contrarreloj de Alicante.

El Movistar, amenazado

Y hasta se podría dar la situación de que un equipo, como el Movistar, seriamente amenazado por el descenso, ganase la Vuelta o colocase a su líder, Enric Mas, en el podio de Madrid, pero que luego los puntos conseguidos no sirviesen para nada cuando queda todavía medio centenar de carreras, muchas de ellas absolutamente anónimas, que en conjunto bonifican más que la Vuelta, incluso que el Tour.

El ejemplo se vio el domingo pasado en la Maryland Cycling Classic, tan clásica como que era la primera ocasión que se disputaba. Los organizadores tuvieron que frotarse varias veces los ojos cuando vieron la inscripción de corredores y hasta los equipos que habían solicitado correr la carrera, con el consiguiente gasto de desplazarse hasta los Estados Unidos y llevar, por supuesto, a sus corredores en clase privilegiada del avión para que pudieran estirar las piernas y no llegar agotados a la prueba. Sep Vanmarcke le dio el triunfo al Israel. Pero fue algo más que una victoria puesto que el equipo del ahora voluntarioso Chris Froome, que parecía condenado a la hoguera y sin remedio, cobró vida y la esperanza de salvación gracias al éxito cosechado en Estados Unidos.

Un tiro al pie de la UCI

Pero lo peor, lo peor de lo peor, es que la propia Unión Ciclista Internacional (UCI), creadora del invento, se ha disparado al pie porque la niña de sus ojos, o el niño del que podían presumir por guapo y gordito ante sus amigos; es decir, el Mundial, que también da puntos y muchos, sí que puede convertirse en una carrera de solteros contra casados. ¿Por qué? Pues porque la principal gracia de la prueba es que se corre por selecciones, donde los ciclistas se olvidan del equipo que les paga y trabajan para el líder, aunque el resto del año, al margen de nacionalidades, sea un rival… hasta ahora.

Porque ahora los equipos han dicho que ni hablar del peluquín, que cómo van a trabajar sus corredores convocados por un rival que gracias a su esfuerzo igual logra los puntos suficientes para salvar a los suyos y condenar a la escuadra de los que han sido los gregarios en el campeonato del mundo. Algunos seleccionadores, como el español, con una revuelta de negativas, no tienen ni ciclistas para disputar la prueba. Y no es el único.

El error de inicio de temporada

La situación no esconde que algunos conjuntos, como el Movistar, han planteado mal la temporada, al hacer lo de toda la vida, llevar a los mejores a las carreras más famosas, cuando otros apostaban por pruebas casi de barrio que daban muchos más puntos. El sistema se creó posiblemente con buena fe para que el pobre tuviera tantas oportunidades como el rico. Por eso, ahora, se encuentran con el agua al cuello. Pero es totalmente injusto que una carrera de un día del mes de febrero, cuando todavía muchos ciclistas casi ni se han afeitado las piernas, otorgue más puntos que los que sumó Jonas Vingegaard al ganar en el alto del Granon, en el Tour; sin duda, la mejor etapa de 2022.

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