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Futuro incierto

¿Por qué una estrella ciclista como Nairo Quintana sigue sin equipo?

El corredor colombiano, pese a continuar siendo una estrella ciclista, no encuentra acomodo para 2023 tras su problema con el tramadol, un analgésico prohibido en competición pese a no ser dopaje, que lo borró de la general del Tour.

Nairo Quintana, con el uniforme de su último equipo, el Arkéa francés. ARKÉA

Hace ya muchos años, por allá 2012, cuando Nairo Quintana, ahora sin equipo, empezaba a crecer como figura en el Movistar, Eusebio Unzué, mánager de la escuadra de Telefónica, creía que el ciclista colombiano se podría convertir en una especie de Leo Messi Cristiano Ronaldo y cautivar con su encanto deportista a los aficionados españoles tal cual lo hacían para los seguidores del Barça o el Madrid las dos estrellas futbolísticas del momento.

Sin embargo, el ciclismo es diferente al fútbol y se valora mucho más la estrella por la bandera o país que representa que por la marca publicitaria que lleva inscrita en su ‘maillot’. Nairo, la gran referencia colombiana y uno de los mejores ciclistas de los últimos diez años, siempre tuvo un oponente español en el Movistar, unas veces Alejandro Valverde y otras Mikel Landa, y casi fue más rival extranjero que aliado en su etapa en el equipo español.

El palmarés

Con un Giro (2014), una Vuelta (2015) y tres podios en el Tour, entre 2013 y 2016, Quintana empieza a ver lo que significa en 2022 haber merodeado en el túnel de la farmacología y como una especie de omertá entre los equipos World Tour; es decir la élite del ciclismo, le impide volver a la máxima categoría del ciclismo en 2023 tras haber sido borrado de la clasificación general del Tour 2022 pese a un sexto puesto con el que se volvió a reivindicar entre los mejores de la carrera francesa.

“No tengo dudas de que voy a correr el año que viene en un conjunto World Tour. Contemplo dos o tres ofertas”, ha recalcado Quintana a la prensa de su país está última semana coincidiendo con la Gran Fondo que lleva su nombre, que reunió a 4.000 cicloturistas colombianos y que le sirvió para reivindicar que no ha perdido ni un punto mediático en su país pese al problema con el tramadol, un potente analgésico, prohibido en competición pese a no considerarse dopaje hasta finales de año, que apareció en un control antidopaje tomado en el Tour y que le costó los resultados en Francia, penalizado luego por el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo), y que ahora le está cerrando las puertas de los mejores equipos del mundo.

“No tengo dudas de que voy a correr el año que viene en un conjunto World Tour. Contemplo dos o tres ofertas”, dice el ciclista.

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Quintana ha llamado a varias puertas y no se le han abierto. El Bahrein desmintió el domingo la contratación, que había aparecido en diversos medios franceses y colombianos, y que habría alimentado el morbo al reencontrarse con Landa, cuya relación en el Movistar acabó como el rosario de la Aurora. Precisamente, el conjunto español tampoco es amigo de propiciar su retorno. Y no tanto por cuestiones deportivas, pues Quintana le iría de perlas al Movistar para alistarlo en el Giro, sino porque comercialmente la operación podría ser un desastre, ya que todo 2023, ante cualquier éxito del ciclista sudamericano, serviría para recordar su problema con el tramadol.

Otras victorias

Ganador de la Volta, la Itzulia, la Tirreno-Adriático y Romandía, Quintana está considerado como uno de los más grandes escaladores de este siglo. En su país sigue siendo una referencia a pesar de la competencia con Egan Bernal (un Tour, algo que nunca ha conseguido Nairo, y un Giro en el zurrón), el ciclista del pueblo, el que creció en una familia campesina para convertirse en una estrella deportiva mundial.

Instalado en Andorra, cuando no está en Colombia, después de muchos años en Mónaco, empresario y padre de familia, solo parece tener una oferta en firme de un equipo local que no le permitiría disputar ninguna carrera europea y solo competir con Óscar Sevilla, quien a los 46 años continúa ganando carreras en Colombia donde vive desde hace una década.

El caché

Quintana, pese a las dificultades con las que se encuentra, no es partidario de bajar su caché, otro problema añadido a su futuro incierto. El Arkéa lo despidió, pese a ser su jefe de filas, y ya no le permitió disputar la Vuelta. En Utrecht, de donde partió la ronda española, se vendió su salida de la carrera como una decisión de mutuo acuerdo entre el corredor y el conjunto francés. Pero nunca más volvió a vestirse en competición con la publicidad del Arkéa.

El TAS lo responsabilizó de haber tomado el tramadol, prohibido por la UCI, no tanto porque se demostrase que tenía efectos poderosos en lo que se refería al rendimiento, sino porque hubo un tiempo que lo tomaron tantos ciclistas que la federación internacional se puso la mosca detrás de la oreja y consideró que si el uso del medicamento estaba tan extendido era porque algún beneficio, aparte de quitar el dolor, provocaba. Pero no lo penalizó como dopaje, sino que en el caso de aparecer, como ocurrió con Quintana en el Tour, perdía los resultados de la carrera afectada, aunque luego podía ser compitiendo sin problema, lo que no le ha ocurrido a Nairo. Por ahora.

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