Ciclismo

El Tourmalet: mucho defender la Volta, pero ¿quién pone la pasta?

Ninguna empresa o entidad bancaria catalana de renombre apuesta por la ronda catalana a pesar de ser la prueba deportiva más antigua que se organiza en Catalunya.

Ambiente en la salida de la primera etapa de la Volta, en Sant Feliu de Guíxols.

Ambiente en la salida de la primera etapa de la Volta, en Sant Feliu de Guíxols. / La Volta

Sergi López-Egea

Mucho hablar de defender la Volta, de si es un monumento del deporte catalán, una prueba creada mucho antes de que naciera la Liga de fútbol; mucho hablar, mucha foto, mucho ruido, pero ¿quién pone la pasta?

Ya parece como predicar en el desierto. La mayoría de las carreras ciclistas organizan una caravana publicitaria que parte antes que los corredores y que sirve para animar con sus regalos a los aficionados que se han lanzado a la carretera o a los vecinos que salen de sus casas y ocupan las calles con el convencimiento de que el ciclismo es una fiesta, un acto deportivo gratuito que pasa por tu pueblo sin la necesidad de tener que desplazarte a un estadio, a una cancha o un circuito. En cambio, la Volta, cero, nada de nada. Eso sí, con estrellas de lujo.

La foto y poco más

Mucho defender la Volta, hacerse la foto o festejar que Cataluña organiza la tercera carrera por etapas ciclista más antigua, solo superada, y no es poco, por el Tour y por el Giro. Pero resulta que este año, por poner un ejemplo, ha habido el caso del Ayuntamiento de Girona que no ha querido ni pagar los 2.500 euros que se le pedía por colocar una pancarta y acoger un esprint especial, lo que hace algunos años se denominaba una meta volante.

El Ayuntamiento de Girona no ha querido pagar los 2.500 euros que le costaba un esprint especial en la ciudad

Lo cierto es que ningún gobierno de la Generalitat le ha apetecido certificar la defunción de la carrera, ningún presidente ha deseado enviarla al crematorio y recoger las cenizas. Pero el presidente de Francia, al margen de sus colores políticos, siempre acude algún día al Tour. Lo hizo Sarkozy, luego Hollande y últimamente Macron. Por la Volta, ni Puigdemont, ni Torra, ni Aragonès han aparecido nunca con sus coches oficiales. Si bien es cierto que la Generalitat es uno de los principales pulmones de la carrera, el dinero llega a cuentagotas. Y, ¿dónde están las empresas privadas locales que se vuelcan con el resto de las carreras ciclistas que se organizan por toda Europa? Aquí nadie quiere poner un euro.

Patrocinios a otras carreras

Ya hace tiempo que el Banco de Sabadell es el responsable del gran premio -es decir el patrocinador principal- de la Itzulia (la denominación oficial estas últimas temporadas de la Vuelta al País Vasco donde está previsto que este año se deje ver el lendakari) o la Volta a la Comunitat Valenciana. La Volta, sorprendentemente, siempre ha quedado al margen de su abrigo económico. En Cataluña, en cambio, solo se ven los logos de la Generalitat y algunas de sus marcas como Catalunya (en su vertiente turística) o Loteries de Catalunya. El resto son patrocinadores técnicos, al margen de las cervezas Moritz… y poco más. Ninguna empresa catalana se anima a capitalizar la carrera. Y así año a año. Ya es una batalla perdida. Imposible hacer patria ciclista.

El Tour, en cambio, empresa francesa bajo la denominación de ASO, es el otro gran paraguas de la carrera. Aporta la televisión y a uno de sus grandes patrocinadores, la marca automovilística Skoda, con el parque necesario de vehículos para que la prueba salga adelante.

Rubèn Peris es el presidente de la Volta, aunque casi se le podría decir que es el arcángel de la carrera. Si hubiese tirado la toalla, utilizando una expresión deportiva, ya hace una eternidad que se habría escrito aquello de que la Volta fue una carrera centenaria que se disputaba en Cataluña, tierra de empresarios, de fábricas, acogida de multinacionales… las que han dejado a su suerte a la prueba decana del deporte catalán.

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