LA PIZARRRA
Las cuatro claves tácticas del Inter-Barça: Y Sommer frustró a Lamine Yamal

El Barcelona se queda a las puertas de la final / EFE
No le queda ni el consuelo al Barça, que tuvo en su mano el billete para la final de Múnich, pero le condenaron los errores iniciales de la primera mitad. Y luego la falta de fiabilidad defensiva, reflejada en el tanto de Acerbi en el tiempo añadido y en el 4-3 de Frattesi donde apareció la imagen de un débil Araujo.
De las pérdidas al muro suizo
El primer gol del Inter vino tras un inicio complejo del Barça. Complejo porque no tuvo el control y se vio, además, superado por la agresividad italiana. Y ese tanto vino, como ya es habitual, por la banda derecha interista aprovechando que Dani Olmo se despistó. Estaba recibiendo un balón, y aún en campo azulgrana, cuando quiso girarse y de pronto topó con un par de rivales que se abalanzaron sobre él. Obtuvieron el botín quitándole la pelota para articular un rápido, y a la vez certero, contragolpe.
¿Por dónde? Por la banda derecha de su ataque donde apareció Dumfries para mantener con inteligencia la acción hasta que dejó solo a Lautaro Martínez. Y éste, claro, no falló porque era uno de los goles más fáciles de su carrera. Llegó justamente después de que el Barça viviera la condena de hasta tres saques de esquina consecutivos. Ninguno acabó en gol. La pérdida, imprudente pérdida de Olmo, sí que tuvo una condena mucho más dolorosa. El 1-0 del Inter.
Pero no se entiende la derrota azulgrana sin detenerse en la figura de Sommer, el portero del Inter, que firmó seis paradas en 120 minutos, algunas de ellas prodigiosas como las que hizo ante Eric García y luego frente a los disparos venenosos de Lamine Yamal.

Dani Olmo, durante el Inter-Barça en San Siro. / AP
La falta de precisión
Terminó la primera mitad en San Siro de la misma manera que se vivieron los primeros 20 minutos en Montjuïc. O sea, 0-2 en Barcelona y 2-0 en Milán. El equipo de Flick estuvo impreciso en esa media hora inicial en la que se dejó adelantar en el marcador. No estuvo fino el Barça. Demasiados errores en el pase. Poca precisión. Y eso repercutió de manera muy negativa en el juego porque no generó ocasiones. Apenas un remate a puerta en los primeros 45 minutos delatan la falta de contundencia. Y ese tiro fue en el minuto 15. Un tirito de Lamine Yamal desde fuera del área que no provocó ningún esfuerzo extra de Sommer, el portero del Inter, para quedarse con el balón. Antes, nada; después, nada. Ni rastro tampoco de Raphinha, desaparecido en esa primera parte, enclaustrado como quedó Ferran Torres entre los tres centrales que emplea a diario Inzaghi. El problema es que el Barça no generó el fútbol que solía. Se quedó seco.
Luego, en cambio, todo cambió en una segunda mitad extraordinaria que no tuvo, sin embargo, el premio de llegar a la final.
Una furiosa mutación
No fue únicamente una cuestión de fe. Que también lo fue. En realidad, eran los mismos jugadores de la primera parte. La triste primera mitad azulgrana. Y Flick, firme en sus convicciones e ideas, no modificó nada en el descanso. Dio una charla, eso sí, que reactivó a su equipo de tal manera que arrasó con el Inter firmando una reacción monumental. Sí, eran los mismos jugadores. Los mismos, pero jugando de forma extraordinaria ya que tuvieron lucidez en el pase, clarividencia en el dibujo del partido, teniendo al Inter acorralado en su área.
¿Cómo? A través de la dirección de Pedri, percutiendo gracias a la profundidad de los laterales ya que Gerard Martín y Eric García se adueñaron de la noche de San Siro. Y así, con sabiduría, el Barça se enganchó a la semifinal con tal grandeza que silenció a millones de aficionados interistas. Todo nació en la conexión entre los laterales. Gerard Martín asistió con delicadeza para que Eric García firmara el 1-2, prólogo de la esperanza culé. Pero Gerard no tenía suficiente. Quiso darle a Dani Olmo la posibilidad de marcar el 2-2 dejando otro delicado centro. Todo sucedió en 33 minutos increíbles, llenos de buen juego, con inteligencia y calma, la que necesitaba el equipo de Flick, quien no se puso nervioso ni con el 0-2.
Lamine Yamal inventa; Araujo, superado
Acabó Lamine Yamal con las piernas de Dimarco. Acabó con la paciencia del Inter, tanto en la primera mitad -fue el único que brilló entonces- como en la furiosa segunda parte donde sacudió al conjunto de Inzaghi. No marcó ningún gol, pero sembró el terror en San Siro estrellando un balón en el poste izquierdo de Sommer, justo segundos antes de que Acerbi anotara el 3-3 que enviaba el partido a la prórroga. Era un central del Inter que se aprovechó de su llegada al área pequeña, adelantándose a Araujo, que no tuvo potencia defensiva.
Estuvo débil permitiendo el tanto del empate. A Lamine, además, la madera le ha frustrado la madera en esta eliminatoria: dos largueros en Montjuïc y el poste en San Siro. Tuvo tal impacto que el Inter no encontraba la fórmula para desactivar al joven talento de La Masia. A Lamine, como es habitual, le tocó crear y a Raphinha marcar. Llegada la prórroga, Araujo se vio superado de nuevo. En esta ocasión por Marcus Thuram en la jugada que provocó el 4-3.
Volvió a estar débil el uruguayo. Demasiado tierno abriéndole un pasillo al delantero francés para que creara la acción que finalizó Frattessi.
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