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Gonzalo Ariño, de subir el 'Everest del Bartolo' a un nuevo paso por el quirófano

El ciclista ondense participa en un reto solidario a beneficio de la Asociación Castellón Contra el Cáncer a pocos días de ser operado por segunda vez de un tumor cerebral

Gonzalo Ariño, de subir el 'Everest del Bartolo' a un nuevo paso por el quirófano

Gonzalo Ariño, de subir el 'Everest del Bartolo' a un nuevo paso por el quirófano / THE ARTIFEX

Juan Francisco de la Ossa

Juan Francisco de la Ossa

Castellón

Gonzalo Ariño (Onda, 1999) es todo un ejemplo. No hará jugadas como Lamine Yamal, no encestará como LeBron James, ni le dará a la raqueta como Carlos Alcaraz. Incluso sus resultados estarán lejos de Tadej Pogacar, pero su historia vital es digna de admiración.

El corredor ahora del Illes Balears-Arabay fue intervenido de un tumor cerebral en 2022. Regresó, y cuando encaraba un 2025 con la lección aprendida durante su etapa como neoprofesional, está ante ese principio de puerto de un nuevo paso por el quirófano.

Será este viernes. Y en el anterior, no se le ocurrió otra cosa que sumarse al proyecto Everesting Bartolo Challenge, promovido por el club Gamba di Legno, con el fin de recaudar fondos para la Asociación Castellón Contra el Cáncer.

El reto

Con un discurso que le nace del alma, no hay otra cosa que cederle el espacio. «Desde hace meses sabía que mis amigos del grupo Gamba di Legno tenían en mente un reto tan loco como admirable: hacer un Everesting [desafío que consiste en acumular 8.848 metros de desnivel, la altura del monte Everest] en pleno Desert de les Palmas», arranca. «En principio, no pensaba unirme, pero pocos días antes de que empezara, a mis amigos se les ocurrió una idea que me tocó el corazón: recaudar fondos para la Asociación Contra el Cáncer de Castellón», ahonda.

«Ahí ya no podía quedarme al margen», prosigue. «Yo, Gonzalo Ariño, formo parte de esa asociación desde que tuve que enfrentarme a un tumor cerebral, así que decidí unir fuerzas con un objetivo común: superarse y ayudar», dice.

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Gonzalo Ariño, de subir el 'Everest del Bartolo' a un nuevo paso por el quirófano / THE ARTIFEX

Calor humano

«El reto comenzó el viernes a las seis de la tarde. Un montón de gente se acercó a acompañarnos, no me esperaba que el evento atrajera a tantas personas; y ese calor humano se notaba en cada pedalada», desarrolla. «Durante la noche todavía seguía viniendo gente a animar, pero con cada subida el cansancio se hacía más presente», recuerda. «Y, entonces, llegó la parte más dura: la madrugada», señala antes de relatar que «a las dos de la mañana, en plena oscuridad y silencio, el cuerpo y la cabeza empezaban a decir basta». «Todavía no habíamos llegado ni a la mitad del reto, pero saqué fuerzas de donde no había, sobre todo para apoyar mentalmente a mis compañeros, que estaban tan tocados como yo», manifiesta.

Pincha aquí para ver qué tipo de puerto es.

También habla de un amanecer «increíble». «Ver el sol salir desde el Bartolo nos cambió la cara y nos devolvió la energía», sonríe. «Después, sufrí una caída por un despiste y no pude continuar», admite. «Pero cuando la suerte no acompaña, uno se queda con lo positivo: todo lo que se ha dado por el equipo», asiente. «No pude acabar, pero Víctor y Marcos sí lo lograron; y sé que una parte de esa victoria también es mía», asevera.

El nuevo horizonte

«Este viernes tengo una operación», enlaza una cima con otra. «Otro puerto duro que subir», señala sobre otro reto que afronta «con la mentalidad que me ha dado el deporte, pero también con la confianza de saber que ya he pasado por esto una vez, y salí más fuerte». «Me siento preparado, porque tengo gente que me apoya, y eso lo es todo», advierte.

«El Everesting fue solo un símbolo, un ensayo de lo que significa no rendirse, incluso cuando todo se pone cuesta arriba», compara antes de agradecer a «a todos los que estuvisteis allí, animando, pedaleando o simplemente creyendo en lo que hacíamos». «No era solo una locura ciclista: era un mensaje de vida», termina.

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