Optimismo. Ese es el mensajes que trataron de lanzar ayer en Washington a los mercados los ministros de Economía y Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de los siete países más ricos del mundo, que forman el conocido como Grupo de los siete (G-7), una vez que parece que la guerra en Irak llega a su fin. "El crecimiento en la mayoría de nuestras economías es moderado, aunque las incertidumbres han disminuido", según el comunicado final.

El G-7 es "razonablemente optimista" acerca de las perspectivas de crecimiento, explicó, a modo de resumen, el ministro canadiense de Finanzas, John Manley. Los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales reafirmaron que están dispuestos a "responder de forma apropiada" a cualquier nuevo deterioro de la economía.

CAUTELA Y OPTIMISMO

Su homólogo alemán, Hans Eichel, destacó que los ministros y gobernadores "juzgan la evolución de la economía con cautela, pero con más optimismo que hace dos o tres semanas". Los integrantes de este selecto club de naciones ricas, en el que también intervienen el presidente de turno de la Unión Europea (UE) y el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Wim Duisenberg, se comprometieron a desarrollar políticas que estimulen el crecimiento y que, por tanto, impulsen la actividad a escala global. "Una recuperación fuerte y duradera es esencial para nuestras economías y para el mundo", destaca el comunicado conjunto.

Los países del G-7 se comprometieron a trabajar en favor de la recuperación de la confianza de los inversores combatiendo las malas prácticas y comportamientos en las empresas y mejorando la disciplina y la transparencia de los mercados, así como a través de reformas estructurales que mejoren la productividad. "En un contexto económico de inflación y tipos de interés bajos, existe potencial para un crecimiento mayor a través de políticas de reformas estructurales que mejoren la productividad", afirma el comunicado conjunto.

El grupo, formado por EEUU, el Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Italia y Japón, dedicó buena parte de su reunión en Washington, que coincide con la celebración de las asambleas de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, a la cuestión de Irak. Inicialmente no estaba en el orden del día, pero finalmente fue uno de los temas estrella, dadas sus implicaciones en el marcha de la economía internacional.

En su comunicado final, los países más ricos del mundo también destacan la "importancia de una liberalización del comercio para el crecimiento mundial y la reducción de la pobreza". Es por ello que emplazan a retomar el orden del día de la ronda de negociaciones de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC), "en particular dentro de los servicios financieros". Las discusiones sobre estas cuestiones están paralizadas.

CONTRA LA POBREZA

El G-7 también reafirmó, a través de la nota conjunta tras la reunión de ayer, su "compromiso muy firme en combatir la financiación del terrorismo", así como en la lucha contra la pobreza.

Ayer también hubo reproches. El ministro francés de Economía y Finanzas, Francis Mer, dijo a su homólogo de EEUU, John Snow, que las ayudas de unos 2.800 millones de euros (465.000 millones de pesetas) que Washington prevé destinar a las aerolíneas nacionales no debe convertirse en una "competencia desleal".