Durante los últimos cinco años las empresas cotizadas han recurrido al pago de dividendos para atraer a los inversores y mantener la cotización alta. Pero esa práctica tiene sus límites. Las empresas que con mayor insistencia han recurrido a ese reclamo se encuentran sobrevaloradas, ya que en muchos casos han sobrepasado su precio teórico por balance.

En el 2004, las empresas cotizadas pagaron 11.485 millones de euros en dividendos. El acumulado del 2005 hasta finales de agosto alcanzaba ya los 12.427 millones de euros. "La estrategia de dar dividendos de muchas empresas del Ibex es muy agresiva y no la van a poder mantener a medio y largo plazo", dice el presidente de la gestora de fondos de Gaesco, Jaume Puig.

Para muchos expertos se ha producido un movimiento de péndulo desde la burbuja tecnológica, durante la que los inversores primaban a las empresas que no retribuían al accionista porque destinaban sus recursos a crecer. Tras la crisis, se impuso una tendencia defensiva por la que los inversores huyeron de los títulos que no dieran algún tipo de retribución directa.

LAS CONSECUENCIAS Esa tendencia ha tenido varias consecuencias. La primera es que las cotizaciones de muchas compañías consideradas defensivas han aumentado espectacularmente. Abertis, Ferrovial, Acciona y FCC cotizan en la actualidad por encima de su valor fundamental. Otras, como Endesa o Repsol, se encuentran "en el límite de su valor", según las sociedades de bolsa, que centran su análisis en el valor fundamental de las compañías cotizadas.

"Si los accionistas compran, el valor se mantiene alto y es más dificil hacerse con el control de paquetes significativos del capital", comenta Pere Viñolas, director general de la empresa Riva y García. "Pero también tiene el inconveniente de que pueden ver comprometidas sus inversiones futuras y sus expectativas de crecimiento". Cuanto más destinan las empresas a retribuir a los accionistas menos pueden aportar a reducir la deuda y mejorar las inversiones.

Una parte de las compañías están por encima de su valoración, mientras que otras se sitúan muy por debajo de su valor. Todo ello ocurre en un mercado que los analistas definen como "barato". Es decir, que aún le queda recorrido al alza impulsado por la saneada situación de muchas empresas.